Tuvo 'gracia' sin duda el seráfico Duns Scoto, al resumir así el
argumento de tu beneficio de redención antecedente: "Potuit, voluit...
ergo fécit", el Inefable Dios pudo hacerlo, quiso hacerlo... luego lo
hizo. Tuvo también suerte para que prosperase su simpático alegato, porque
todos los pastores según tu corazón, los padres de la Iglesia , obispos,
arzobispos, fieles y hasta enemigos, ya lo sabían desde siempre, desde que
existe la Iglesia
sobre la tierra cuando nació tu Hijo, Dios te había hecho inmaculada desde
siempre. Incluso nueve meses antes de seguir ella Virgen tras el parto, ya lo
sabían sabían los ángeles y arcángeles. El que te dijo "kejaritomene", Gabriel, no te
saludó como María, sino con tu nombre del cielo, "Llena en plenitud de
Gracia" "Kejaritomene". (1)Nosotros te llamamos hoy la Inmaculada , por agotar
todos los sentidos de tu gracia original, "sin pecado alguno", ni
siquiera el que a nosotros nos doblega desde los genes de Adán (ADN). Pero creo
que cuando te nombramos en la intimidad, Madre nuestra, María In-maculada, no
pensamos en algo negativo, oscuro y negro, que nos destroza el alma desde
aquella mancha original de pecado, aunque siquiera sea para negarlo, para decir
que tú no tienes eso, sino que todos al nombrarte pensamos en algo blanco y
claro, que huele a rosas limpias y frescas, aunque sean rojas por nuestra
sangre, como esa que llevas sobre las manos de tu imagen. Incluso creo que
todos, pensamos al recordar tu Concepción Inmaculada, que eres la más hermosa,
llena de gracia, especial entre todas las criaturas por tu relación exclusiva,
irrevocable, con la obra salvadora de tu Hijo en todos y cada uno de nosotros.
Superas en dones de la gracia a todo lo creado.
En la sencillez de la piedad de los que te amamos y aprendemos a
amar al pronunciar tu nombre, nos queda el regusto de tu plenitud, y el resumen
de toda teología en la oración "Bendita sea tu pureza, y eternamente lo
sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza, a ti celestial
princesa, Virgen sagrada María, yo te ofrezco en este día de tu Inmaculada
Concepción, alma vida y corazón". No me dejes Madre mía hacer otra cosa
que vivir tu bendición bendiciéndote, cantando las glorias de tu Hijo que hay
en ti.
Manuel Requena
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(1) El
término de Lucas 1,28 "Kejaritomne"
es el participio pasivo del pretérito perfecto de Verbo griego jaritoo, que es un verbo causal o
causativo, por su terminación en "oo", y el tiempo en que se usa,
expresa plenitud. Lucas nos quiere decir así, que la plenitud de gracia en
aquella Virgen Santa, era desde 'el principio' de su ser y para siempre. Además
la primera palabra del saludo angélico, "jaire", parece decir que no solo era para ella, sino fuente
para toda la historia de gracia del hombre, para nosotros cada vez que decimos
María Inmaculada, 'Tota pulchra'.
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