domingo, 2 de diciembre de 2012

INMACULADA CONCEPCIÓN




Una rosa en tu pecho de flores, a la que solo se le ve la sangre en su color, pero en su tallo está limpia de espinas. Todo tu cuerpo blanco, como la piedra blanca en que te hicieron, luce sobre el blanco de la flor de almendro que rodea tu imagen, como anticipo del fruto bendito de tu bendito vientre, Jesús, el Nazareno por ti, María de Nazaret, María de la primera flor que anuncia primavera, –que eso significa el nombre de tu pueblo en tu idioma de niña, el "árbol vigilante", el almendro–, porque anticipas y anuncias la alegría del nuevo renacer tras el invierno. Por eso te llaman algunos "almendra  mística". Limpia desde antes de nacer, porque el Padre hizo en ti maravillas, el Hijo maravilló tu nombre desde dentro, y el Espíritu sigue maravillándonos al pronunciarlo, Maria sin pecado, Inmaculada y Plena de la Gracia. ¡Ineffabilis Deus!

Tuvo 'gracia' sin duda el seráfico Duns Scoto, al resumir así el argumento de tu beneficio de redención antecedente: "Potuit, voluit... ergo fécit", el Inefable Dios pudo hacerlo, quiso hacerlo... luego lo hizo. Tuvo también suerte para que prosperase su simpático alegato, porque todos los pastores según tu corazón, los padres de la Iglesia, obispos, arzobispos, fieles y hasta enemigos, ya lo sabían desde siempre, desde que existe la Iglesia sobre la tierra cuando nació tu Hijo, Dios te había hecho inmaculada desde siempre. Incluso nueve meses antes de seguir ella Virgen tras el parto, ya lo sabían sabían los ángeles y arcángeles. El que te dijo "kejaritomene", Gabriel, no te saludó como María, sino con tu nombre del cielo, "Llena en plenitud de Gracia" "Kejaritomene". (1)Nosotros te llamamos hoy la Inmaculada, por agotar todos los sentidos de tu gracia original, "sin pecado alguno", ni siquiera el que a nosotros nos doblega desde los genes de Adán (ADN). Pero creo que cuando te nombramos en la intimidad, Madre nuestra, María In-maculada, no pensamos en algo negativo, oscuro y negro, que nos destroza el alma desde aquella mancha original de pecado, aunque siquiera sea para negarlo, para decir que tú no tienes eso, sino que todos al nombrarte pensamos en algo blanco y claro, que huele a rosas limpias y frescas, aunque sean rojas por nuestra sangre, como esa que llevas sobre las manos de tu imagen. Incluso creo que todos, pensamos al recordar tu Concepción Inmaculada, que eres la más hermosa, llena de gracia, especial entre todas las criaturas por tu relación exclusiva, irrevocable, con la obra salvadora de tu Hijo en todos y cada uno de nosotros. Superas en dones de la gracia a todo lo creado.

En la sencillez de la piedad de los que te amamos y aprendemos a amar al pronunciar tu nombre, nos queda el regusto de tu plenitud, y el resumen de toda teología en la oración "Bendita sea tu pureza, y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza, a ti celestial princesa, Virgen sagrada María, yo te ofrezco en este día de tu Inmaculada Concepción, alma vida y corazón". No me dejes Madre mía hacer otra cosa que vivir tu bendición bendiciéndote, cantando las glorias de tu Hijo que hay en ti.

Manuel Requena
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(1) El término de Lucas 1,28 "Kejaritomne" es el participio pasivo del pretérito perfecto de Verbo griego jaritoo, que es un verbo causal o causativo, por su terminación en "oo", y el tiempo en que se usa, expresa plenitud. Lucas nos quiere decir así, que la plenitud de gracia en aquella Virgen Santa, era desde 'el principio' de su ser y para siempre. Además la primera palabra del saludo angélico, "jaire", parece decir que no solo era para ella, sino fuente para toda la historia de gracia del hombre, para nosotros cada vez que decimos María Inmaculada, 'Tota pulchra'.



 

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