lunes, 10 de agosto de 2015

Miraba en Google



 Miraba yo el universo a través del telescopio Hubble…  ¡Wow! mi mente no alcanza a entender tal magnitud de trillones y trillones infinitos de estrellas, planetas, galaxias y soles. Dios, ¿Por qué tan extenso y sin fin? No comprendo el motivo de tal Creación.

Nosotros “no somos” absolutamente nada, no se nos ve en la inmensidad del espacio y, ¿Tú elegiste este infinitesimal mundo para morir por esta diminuta humanidad?

Debe haber alguna razón Señor que Tú sabes y yo quiero saber, para que me tranquilice la visión de los cielos ¿Podrías contestarme? Yo soy incapaz...

- A ver cómo… Sí, yo creé cuanto ves hoy en el firmamento y verán dentro de miles y miles de años, como otros ya lo están viendo desde hace millones; pero nunca acabarán de verlo porque no tiene principio ni fin…

Lo hice tan grande y eterno como Yo, para ser compartido por todos los seres del universo. Ni sois únicos, ni os cree los primeros. Construí una ley física y eterna para el cosmos por la cual debe expandirse…. Y donde haya espíritus de bien que me elijan con fe, conocimiento y amor, inundan éste, mi sentido de la total creación.   

Fui a vuestro mundo porque para mí es tan grande y hermoso como otros. Mi razón: Salvaros de las manos del ángel que envié a los infiernos desde el Edén. Ni el cielo ni el infierno están en el firmamento. Es un Reino aparte, es una hoguera aparte, en otros “lugares” más extensos en amor y condena que el propio firmamento.

Todos los seres han sido creados a mi imagen y semejanza. No importa el aspecto después de millones de años pasados y futuros en cualquier lugar del universo. La extraordinaria semejanza es inmaterial: Voluntad propia, racional y dominio de la criatura inteligente sobre lo creado.

Al primer ser con raciocinio de la tierra llamado “Adán”, le hice a mi imagen, perfecto y sin muerte pero sobre todo con libertad (esencia del espíritu) para tomar decisiones… ¡Pues vaya la que tomó!... No me interrumpas; después, semejantes a mí  también les hice en dolor y sufrimiento: Jesús, mi Hijo.

- Eso sí que me lo sé y lo que he entendido es que somos alma como Tú, libres como Tú, con inteligencia, que es tu reflejo (unos más y otros menos ¡pero qué vamos hacer!) y doloridos como Tú. Y cuando nos vayamos de este gran planeta azul, poder decir: “Y veo lo que hice y estuvo bien”… Como dijiste “un día” también Tú.

Dios gracias por darnos a tu Hijo después del estropicio que montaron en el paraíso y poder estar de nuevo en comunión contigo, el gran Creador, mi Padre.

¡Mira que todo lo has hecho perfecto!!! Eres lo Más y hay cada planeta gigante que te “mueres”, terroríficos. ¡Alucinante Dios, alucinante! ¡Qué pena no estar todos contigo!   

   Emma Díez Lobo

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