viernes, 4 de septiembre de 2015

Piedras en la orilla




Paseaba sobre las piedras de la orilla dejando el mar a mi izquierda con el encaje de las olas acariciando mis pies… Me agachaba para observar el tiempo desde la creación del mundo; piedras infinitas, mañana… arena de mi continente. Una blanca, otra gris, rosada… Y me las traje conmigo evitando su futura decadencia.

Me dije, es la obra de Dios en diminuto y me atiborré de ellas para edificar pequeños presentes para Navidad.

¡Tantos regalos da Dios! Sólo hay que detenerse un momento y te llena las manos y el corazón de cuánto deseas… Piedras, flores, arcillas, amor, camino, amparo, libertad, oración, perdón y Reino.

Alguien me dijo: “Háblame del amanecer y del atardecer” y sólo pensé en Dios y en la suerte que teníamos de seguir admirando el color del cielo: De celeste a negro pasando a veces por blanco y gris… ¡Espectacular! Y en cada minuto, una nueva oportunidad de salvación…

Mis piedras me cuentan eso y más. Es el fondo marino de Dios que aparece ante mis ojos para que yo me surta de regalos; son como palabras y letras de colores en las orillas de nuestros mares; pruebas constantes de Dios para este mundo, donde puso su mirada hace millones de años.

Por esa elección y por crearnos a ti y a mí para nacer, deberíamos darnos cuenta de lo especiales que somos y si además vino a pasar unos años con nosotros para ayudarnos a ir con Él, no tengo palabras para agradecer tanta fortuna. 

¡Qué bella es la tierra! y ¡Mucho más lo será el cielo!!!         

            

Emma Díez Lobo

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