sábado, 1 de febrero de 2020

La Presentación del Señor




Hoy celebramos la Presentación de Jesús en el Templo. Lucas nos habla de un anciano llamado Simeón, de quién nos dice que   "esperaba la consolación de Israel," es decir, al Mesías.

Simeón que, un poco como Abraham, espera contra toda esperanza, representa a todo buscador de Dios. No le busca para adornar su vida, más o menos satisfactoria, sino porque como nos pasa a todos, por su corazón vagan preguntas huérfanas de respuestas, que le inquietan.

También dice Lucas que el Espíritu Santo había revelado a Simeón que no moriría sin antes ver con sus ojos a Jesús, la Respuesta a sus inquietudes. Con esta esperanza y como diría Henry Bergson, "impulsado por las intuiciones de su alma", va al Templo. Se encontraría con no pocos niños para ser también presentados por sus padres. Sin embargo, los ojos de Simeón se fijan en Jesús, a pesar de que no lleva distintivo alguno.

El anciano lo toma en sus brazos y alborozado exclama: "Ahora Señor ya puedo morir en paz, porque mis ojos han visto a mi Salvador. Exulto de gozo"…  ¡ no era para menos...! 

¡Había encontrado la Vida! (Jn 14,6)

Antonio Pavía
Misionero Comboniano,
Comunidadmariamadreapostoles.com


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