domingo, 25 de octubre de 2020

Salmo 15 – “Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti”

 

 Vuelvo cada día del camino de la Vida con el corazón cansado y me pongo ante ti; de ti recibí hoy mi fuerza y sin ti, mi voluntad se alejó y te dio la espalda. Me trae ante ti tu promesa: “Se puso junto a mí, lo libraré” (Salmo 90) y arrodillada ante ti pongo mi propia impotencia, mi incapacidad de amarte, mi forma de abordar el mal desde el mal.

 Nos dicen tus Palabras, “No os resistáis al mal, antes bien, venced al mal a fuerza de bien” (Romanos 12:21) y no puedo sola, Señor, pesa demasiado el barro de mi ser que te olvida y se olvida de lo que ayer prometió. Miro tu cruz y a quienes te despreciaron y te veo caminar entre aquellas gentes que te provocaban. Miro tus ojos elevados al cielo y escucho tu silencio ante los que te injuriaban. Sólo puedo poner ante ti mi grito, “protégeme, Dios mío”, protégeme de mi misma y de la tozuda costumbre de mi corazón cuando no responde con amor ante la injuria. Lléname de ti para alcanzarte, para vivir.

 Rescata mi corazón de su naturaleza y hazlo parecido a ti por tu amor: “Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago." (Ezequiel 37,14)

 Olga Alonso

https://www.comunidadmariamadreapostoles.com/

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