domingo, 17 de enero de 2021

Ni unos ni otros

 

                                                           

Una mañana en Larache, yo era aún una cría, salí de la casa cruzando la calle y entré en una panadería de un “amigo” judío para charlar con él. “Desaparecí” por un largo rato y cuando volví, encontré a mis padres muy preocupados; lo único que me dijo mi madre cuando se enteró de dónde venía, fue:

- Ni moros ni judíos se te permite, -la población  judía o sefardí en el Magreb norte era considerable- eres aún muy joven…

Y crecí con la idea de que estas personas no pensaban igual que yo pero no sabía por qué…

Escuchaba a mis abuelos hablar el árabe en el “Zoco Chico” de la Medina o en los bakalitos. Ellos llevaban allí desde 1912-. Al tiempo, yo aprendía algo el idioma gracias a Fátima que trabajaba en casa pues en las calles, fuera del centro musulmán o judío, se hablaba español.

Más tarde, mi familia se trasladó a Louisgentil -hasta 1956, Maroc francés- cerca de las montañas del Alto Atlas donde se encuentran las mayores minas de fosfato; y daba igual donde residieras, las comunidades judío-marroquíes o musulmanas no se mezclaban con los europeos así se “conviviera” en un mismo territorio. Cine árabe, cine español, café árabe, café español o francés…

Y sí, a medida que cumplía años, me daba cuenta del sentido de las palabras de mi madre; efectivamente, las dos culturas eran muy diferentes a la mía. Mi educación y mi Fe nada tenían que ver ni con unos ni con otros.        

Gracias mamá, era demasiado joven y tal vez hoy no estaría hablando de mi Dios…     

Emma Díez lobo

   

   

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