lunes, 18 de diciembre de 2023

Partiendo la Palabra Los Pobres de Dios (I) (Mt 5,3...)

 


Cuando Israel conquistó, con la Fuerza de Dios, la Tierra Prometida, Josué les apremió a que escogieran a quien querían servir: A los dioses de los pueblos vecinos, o a Yahvé que les había dado la victoria.

 Los israelitas respondieron: "Lejos de nosotros abandonar a Yahvé para servir a otros dioses" (Jos 24,16). Se formalizó entonces el Pacto de Siquem, por el que Israel proclamó su fidelidad a Dios por tanto bien que les había hecho, abriéndoles el paso en la conquista de Canaán.

 El caso es que los israelitas fueron infieles al pacto y Dios permitió que los asirios los venciesen y llevasen cautivos a Babilonia. Los asirios, viendo que Israel era un pueblo privilegiado con el que podían progresar económica, científica y culturalmente les ofrecieron otro pacto: Ser considerados como ciudadanos asirios con todos sus derechos, con una condición: Apostatar de Yahvé y servir a sus dioses.

 Sólo un diez por ciento de los israelitas, permanecieron fieles a Yahvé. El restante noventa por cien se despojaron de la protección de Yahvé, al considerar más ventajoso ponerse bajo la protección de dioses inanimados. De nada sirvió todo lo que Yahvé había hecho por ellos. Los que permanecieron fieles a Dios, repito solo un diez por ciento, se les llamó, los Anawin. Estos escogieron vivir bajo la tutela y protección de Dios. Estos Anawines son una profecía resplandeciente de aquellos a quienes Jesús llamó: " Pobres de espíritu" (Mt 5,3). Son los pobres de Dios, porque guardan el Evangelio en sus corazones.

 

Lo veremos el miércoles.

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

 

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