Hoy vemos a María de Nazaret oyendo esta pregunta. Sabemos que, al
presentar a Jesús en el Templo, Simeón inspirado por el Espíritu Santo le
anunció proféticamente que su alma sería atravesada por una espada. Nos
preguntamos, como sería la turbación interior de María al escuchar esta
profecía. Sabía muy bien, que, aunque había salido de la boca de un hombre, era
el Espíritu Santo quien se la había suscitado desde su corazón.
No le fue fácil acoger estas palabras. Es cierto que no oyó nada
nuevo, pues sabía por los profetas de Israel, que el Mesías - su Hijo -
sufriría todo tipo de pruebas, humillaciones, desprecios ...que culminarían con
una muerte ignominiosa. Todo ello atravesó de parte a parte su corazón de
Madre. Ya había sufrido lo indecible al dar a luz a su Hijo en un establo; o
sea sin un lugar digno, donde apoyar su cabeza; hecho que le acompañó toda su
vida (Mt 8,20).
Si, María conoció la amargura de las
lágrimas de su alma. Cada una de ellas la hizo recordar la profecía de Simeón.
Lo queramos o no, detrás de cada prueba, el demonio nos desliza la terrible
pregunta: ¿Dónde está tu Dios? ¿Oyó María está insinuación demoníaca? Claro que
sí, y es que solo venciendo estas insinuaciones es como crecemos en la
fe...como Ella; por eso quiso Jesús, que fuera nuestra Madre.
Seguimos, con María, el miércoles.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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