Dejamos a María con el eco ensordecedor del grito infame: ¿Dónde está tu
Dios? Que esta pregunta atravesara, como una espada todo su ser, la capacita,
aún más, para ser la Madre de todos los Discípulos de Jesús, pues está más que
capacitada, para arroparnos maternalmente en nuestras pruebas.
Recordemos la profecía de Simeón: "Una espada, te traspasará el
alma". Espada que comenzó a punzar sus entrañas maternas, ya desde las
primeras predicaciones de Jesús, que eran respondidas con insultos y desprecios,
y que personas, "aparentemente" buenas, hacían llegar a sus oídos.
Así un día sí y otro también, hasta aquel día, en el que sus ojos vieron como
levantaban a Jesús sobre la Cruz en el Calvario. Fue allí donde la furia
satánica salió por la boca de sus acusadores que profirieron burlas y
blasfemias sin fin, coronadas por la terrible e infame pregunta: ¿Dónde está tu
Dios?
Mas adelante hablaremos de Jesús Crucificado, blanco de estos vómitos en
forma de pregunta.
Hoy nos fijamos en Ella, en María, alcanzada de lleno por esos espasmos pestilentes,
que salían de aquellos que como les había dicho Jesús, eran hijos del padre de
la Mentira (Jn 8,44). Desprecio inaudito que alcanzó a María en forma de
espada. Para nuestro asombro, no sólo se mantuvo en pie en el Calvario, sino
que sostuvo a Juan....por eso Jesús le dio el título de ¡Madre de todos sus Discípulos!
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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