1.- No vivas recordando las cruces de tu pasado. Algunos se pasan la vida
recordando lo triste que ha sido su vida, como si así cambiasen el pasado. Esas
cruces ya las has vivido. Vive ahora las del presente. Así no tendrás que revivirlas
mañana. Porque las cruces que se aceptan con generosidad se viven y se olvidan.
No vuelven a doler más.
2.- Tampoco
vivas imaginando las cruces del mañana. ¿Sabes cuáles van a ser? Además, Dios
no te ha garantizado fuerzas para llevar las cruces de hoy y las de mañana
juntas. Dios da las fuerzas necesarias para las cruces de cada día. Para las de
mañana, tendrás que esperar a mañana. Vivir hoy las cruces del mañana es llevar
exceso de peso hoy. Y eso hay que pagarlo.
3.- Vive las
cruces reales. No las imaginarias. Muchos tienen más cruces en la cabeza que
sobre sus hombros. Pero como no saben ver la luz, siempre se están imaginando y
soñando cosas. De las cruces de hoy podrás culpar a alguien. De las cruces
imaginarias, tú serás el único culpable. ¿No crees que ya son suficientes las
cruces de verdad, sin necesidad inventarte otras nuevas?
4.- Las
cruces son para ser llevadas a hombros. Pero mejor si las llevas en el corazón.
Te lo aseguro, Las cruces cuando se llevan con el corazón pesan mucho menos. El
corazón tiene más resistencias que tus hombros, por muy forzudos que los
tengas.
5.- Algo
importante. No soluciones el problema de tus cruces echándolas encima de los
hombros de los demás. Las cruces se llevan o te llevan. Pero tus cruces solo
valen para ti. No están hechas a medida de los demás. Si estás de mal humor,
¿por qué tienen que pagar los demás? Si estás con rabia y furioso porque las
cosas te salieron mal, ¿qué culpa tienen los tuyos? Aguántate.
6.- Ah, un
consejo. Las cruces no se miden ni se pesan. ¿Cómo sabes tú que tus cruces
pesan menos que las del vecino? ¿Cómo sabes tú que las cruces de tu vecino son
más llevaderas que las tuyas? ¿Por qué él camina feliz bajo su peso? Eso no es
problema de la madera de la cruz que parece más liviana. Es que posiblemente él
le ha puesto más ilusión, más esperanza, más corazón.
7.- Y otra
cosa. No culpes a Dios de que te envió ésta o aquella cruz y luego te pones a
rezarle para que te la quite o cambie. Porque eso es como decirle que se
equivocó contigo y que se corrija. Hay muchos que primero hacen a Dios culpable
de sus cruces y luego cuando le rezan, lo hacen dudando. ¿Me hará caso? Bueno,
si Dios me manda las cruces y luego me las quita pareciera estar jugando con
migo. Y Dios es muy serio.
J. Jáuregui
Cuanta razón tiene este artículo! Bendiciones!
ResponderEliminarBastante interesante!!
ResponderEliminarBendiciones!!
Bastante interesante!!
ResponderEliminarBendiciones!!
Bastante interesante!!
ResponderEliminarBendiciones!!