En el texto anterior vimos a una mujer que representaba
a los cercanos a Dios. Recordemos: María, sentada a los pies de Jesús, escuchaba
su Palabra.
Hoy vemos a otra mujer; representa a los lejanos.
Ambas son figura de la Humanidad: la cercana y la alejada de Dios. A ambas como
dice Isaías les alcanza su Paz. (Is 57,19), hablamos de la alejada, una prostituta
con gestos y actitudes en cierto modo parecidos a los de María.
Veamos; un fariseo invita a comer a Jesús. En esto una
mujer, pecadora pública se puso a sus pies. Comenzó a llorar. Con sus lágrimas
bañaba sus pies, con sus cabellos se los secaba sin dejar de besárselos.
Creo que nos quedamos sin palabras, pero seguimos. En
el caso de María, su hermana Marta explotó protestando. En el caso de esta
mujer, el fariseo murmuró en su corazón. Jesús, el Hijo de Dios "oyó la
murmuración" y mirando a la mujer dijo a los comensales: "Sus muchos
pecados les son perdonados, porque ha amado mucho "(Lc 7,47).
Es que amar el Evangelio, representado en los pies de
Jesús, es amarle a Él mismo. Es el Amor que transforma el corazón, a los que
están cerca y a los que están lejos.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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