Hoy
escuché algo emocionante a una persona
que sentía una gran preocupación por muchas cosas de su vida
importantes, dijo:
“No
voy a dejar que esto me hunda, no voy a entrar en desesperación por perder mi
ilusión o mis proyectos en la vida… Me imagino una sala de espera llena de
almas y otra sala contigua repleta de cuerpos inertes deseando tener un alma
para bajar a la tierra…
Y
Dios preguntó a los cuerpos, uno a uno ¿Qué alma quieres tener?, ¿cuál te
gustaría transportar para llevar al mundo? Cuando me llegó el turno dije:
Quiero el alma de José Antonio, ese alma que a pesar de las angustias,
soledades y preocupaciones, no la cambiaría por ninguna, absolutamente por
ninguna”.
Y
Dios se la dio… No importan los percances, no quiso que nadie se la llevara ni
para quitarle las penas ¡Qué va! Es única e irrepetible; conoció 177 países, ha
vivido experiencias extraordinarias, peligrosas, angustiosas y no las cedería a
nadie si con ello perdiera lo vivido, lo que libremente quiso hacer…
Esta
es la razón por la que ningún hombre haría un trueque con su vida, con su
familia, con el amor por sus seres queridos… No, jamás lo haríamos; todos
tenemos problemas, todos sufrimos lo indecible, todos tenemos tiempos malos
malísimos y buenos buenísimos, todo depende de lo que arriesguemos por un
anhelo o de cómo llevar la adversidad sea cual fuere su naturaleza.
Donde
hay guerra hay amor entre los que la sufren; dónde hay hambre hay unidad entre los
que la padecen; donde hay enfermedad ahí están los que les aman…
Al final, cada uno con su vida, porque la vida
de cada ser humano es amada por él mismo más que por cualquier semejante. Tener
una vida es el mejor regalo de Dios para el mundo, no existe nada insuperable en
la tierra que haber tenido la oportunidad de vivir para seguir después
viviendo.
Gracias
hijo por ayudarte y ayudar a otros a superar cualquier preocupación por
importante que sea… Si todos viéramos esas salas llenas de almas y cuerpos,
puedo asegurarte que aceptaríamos las adversidades más profundas, pues quererse
también es querer al mundo.
Sólo
hay que luchar por proyectar una vida, tener esperanza y saber que Dios está
ahí para sacarnos siempre una sonrisa, esa que da la luz al final del camino…
Emma Diez Lobo
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