viernes, 2 de enero de 2015

Ve guardando…

                                          



Sabes… Pensaba yo por ti y por mí, por ese miedo natural del hombre al desaparecer de la tierra. Sí, ese día especial de altos vuelos hacia la eternidad.   
Pensaba yo en el alma… ¿De qué la estamos llenando para el nuevo “mundo”?  

-¡Ufff qué difícil y con lo simple que es!, no tenemos que ir a comprar nada, no tenemos que salir del país, no nos cuesta gasolina, ni un riñón, ni medio hígado, en fin nada… Es gratis y además nos lo regalaron para ser usado e ir poniéndolo en la mochila del alma: El bien, lo bueno, lo que te hace dormir en paz contigo mismo cuando das algo de ti.   

 ¡Yo no he hecho nada malo!

 Dirás… Ya, pero… ¿Cuántas veces pasaste delante de Él sin mirarle, pidiéndote ayuda? 
        
¡Yo no hice nada malo! Dirás… Ya, pero… ¿Cuánta alegría le diste sin esperar una sonrisa?

¡Yo no hice nada malo! Dirás… Ya, pero sabiendo de su existencia ¿Cuántas veces Le defendiste después de nacer para morir por ti?

Un ángel dijo a un hombre creyente…  Aún así, sin matar, sin hacer nada que pueda herir y rezando… Tu alma la conducirás por propia voluntad dónde Dios no te pueda ver. Igual que yo, igual que muchos.

Una vez allí no podrás hacer ya nada por ti… Sólo lo harán los que aquí dejas, porque tu tiempo de gloriar a Dios con tu libertad, terminó con la muerte.

 Promúlgalo en la tierra, pues de ellos y sus oraciones dependerá la blancura de tu alma para ver a Dios. 
Y ellas, las almas purgantes, lo harán por ti desde ese triste y esperanzador lugar, hasta el final de los tiempos.

Cuando rezas por ellas, esa lluvia de oraciones serán su consuelo hasta el día que digan a Dios: “Mira, no tengo ni una mancha y sé que te desesperaba mi llegada, pero ya estoy contigo más limpio que los chorros del oro; sé que he sido un desastre, pero ya no lo soy y quiero ese amor eterno que deseas darme ¡El más grande desconocido!”
-Pues claro “bicho”. Llevo mucho tiempo esperándote, toda mi vida porque te quise hasta el extremo. 

Ya sabes después de leer esto, pon remedio ahora y vete reuniendo todo lo que necesitas para ese viaje sin vuelta. Mete pedazos de amor, sonrisas que alegran y lágrimas como perlas que solo se las dabas a Dios.

Y seremos felices, lo verás amigo, lo verás porque lo sé. No es una quimera, es tener CONFIANZA en Dios, Él nos lo pidió.
Él te ve…  


        Emma Díez Lobo

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