domingo, 9 de junio de 2019

PENTECOSTÉS ¿Se puede contar de verdad con nosotros?


Una vez muerto. Jesús pasa a otro plano donde no existe tiempo ni espacio. Sin tiempo ni espacio no puede haber “sucesos”. Sabemos que después de la muerte, por la resurrección Jesús vive y en los discípulos sucedió algo maravilloso. La experiencia de la resurrección sí fue constatable. Sin esa experiencia de los apóstoles (que no solo sucedió hace dos mil años sino que este acontecimiento teológico, de fe, se está dando también en este momento) no hubiera sido posible la fe cristiana.
Podemos recordar que al inicio de su vida pública, Jesús fue ungido por el Espíritu Santo para llevar a cabo su obra. Los discípulos también tienen que ser revestidos de la fuerza de lo alto para llevar a cabo la suya.
Y es que la Iglesia sin el Espíritu sería una organización más de las muchas que hay ayudando a la gente. Vemos que la Iglesia nace cuando un grupo de gente paralizado por el miedo y atrincherado en su casa, es embestido por una ráfaga de viento que le lanza y no le deja en su sitio sino que le da una misión junto a otros. A partir de Pentecostés la comunidad empieza su actividad de predicación y testimonio y por eso podemos decir que Pentecostés suena a mayoría de edad del cristiano al sentirse llamado a anunciar el evangelio y cumplir una misión de enviado.
Desde la Pascua han pasado 50 días (7X7+1 = símbolo de plenitud) y lo que era la fiesta judía de las primeras cosechas veraniegas (fiesta de “las semanas” para dar gracias por las cosechas (Ex 24, 22) para los cristianos es la abundancia del Espíritu.
Lo que para los judíos era, después del exilio, la fiesta de la entrega de la ley en el Sinaí, para los cristianos es la entrega del Espíritu en nuestra vida. Así como en el Sinaí fue constituido el pueblo de Israel, hoy nace la Iglesia y su nacimiento viene acompañado de fenómenos externos que destacan la presencia del Señor (ruido, viento, fuego,..). Lo que era la fiesta de un pueblo pasa a ser la fiesta de la mayoría de edad de los cristianos.
La gente junta no forma familia ni iglesia (recordar esa frase que nos decían nuestros padres: “Esta casa perece una pensión”). Hace falta tener el espíritu de la familia, para actuar como Jesús y tener sus sentimientos. Si no actuaremos solamente por como lo veo yo, y todo lo organizaremos como a mi me parece y apetece.
El tema de la unidad en la iglesia no es un problema de lenguas o de diversidad de personalidades; es un problema de espíritu. Y como el Espíritu es don que se pide, los cristianos en este domingo pedimos a Jesús que nos mande su Espíritu:
• Que venga sobre cada uno de nosotros.
• Que inspire la acción de nuestros sacerdotes.
• Que ilumine a todos los educadores de la fe.
• Que sostenga el amor de los que sirven a la comunidad.
• Que haga crecer la fe a los que están haciendo
  la primera comunión y recibiendo la confirmación
• Que nos llene a todos de fe, de esperanza y de amor.
Vicente Pascual, SJ

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