sábado, 12 de septiembre de 2020

Domingo XXIV T.O.

 


 En esta parábola, Jesús se sirve del exuberante lenguaje propio de la cultura oriental. Nos habla de un hombre que debiendo una cantidad enorme de dinero a un prestamista y que no pudiendo pagarle, fue perdonado por él.

 A continuación este hombre tan magnánimamente perdonado, se encuentra con un deudor suyo que le debía una insignificancia monetaria. Al no poder el deudor, pagar su pequeña deuda, se ceba despóticamente con él.

 Jesús, repito se sirve del ampuloso lenguaje oriental para catequizarnos acerca de la apremiante necesidad de perdonar de corazón.

 Dilema: ¿Cómo perdonar de corazón si lo tenemos enfermo  a causa de nuestras prepotencias... si lo tenemos ahí agazapado esperando la ocasión propicia para ajustar cuentas con quien nos ha humillado, ofendido engañado...etc.? Aparentemente no hay respuesta a esta pregunta...o sí. Pues sí, la hay. Dios mismo compadecido de nuestras impotencias nos hace la Promesa de que hará-creará, en quien en Él confía, un nuevo corazón: "Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, arrancaré vuestro corazón de piedra y os daré un corazón de carne" (Ex 36,26).

  ¡Atención! Un corazón nuevo capaz de perdonar, no indica sumisión sino Libertad... sí, estamos hablando de que un corazón libre de veleidades y caprichos es también libre para amar y perdonar.

 P. Antonio Pavía

https://www.comunidadmariamadreapostoles.com/

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