sábado, 26 de septiembre de 2020

Domingo XXVI del T. O.

 


 Ante el Evangelio de Jesús, se dan dos tipos de respuesta, la del sabio y la del necio, que se corresponden con dos formas de actuar ante la voluntad de Dios.

 Vemos primeramente al necio. Es tan soberbio, está tan cegado por "sus cumplimientos", que no se le ocurre pensar que lo de: "Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí"(Mt 15,8) tenga que ver con él. En su ceguera no cree que el Evangelio de Jesús sea la plenitud de su vida, sino una vuelta más de tuerca y "se planta".

 El sabio, en principio defiende su vida ante el Evangelio, pero es tan sincero con El Señor que le dice: No me interesa. Más adelante, con la misma sinceridad que dijo al Señor, no me interesas, quiero hacer mi vida, se pregunta a sí mismo: ¿Adónde voy con mi vida hecha jirones que no da más de sí? Decide entonces ponerla en manos del Señor que le promete engrandecerla hasta el infinito. No sabe si esto es verdad, pero le interesa hacer la apuesta. Se acerca entonces a Él y sabiendo que no le va a juzgar le dice: ¡Voy contigo Señor!

P. Antonio Pavía

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