jueves, 15 de octubre de 2015

A Santa Teresa




Hija del amor hermoso ¡Menudo carácter tenías! Te imagino dando órdenes por doquier con una confianza aplastante.

Sí, eres digna de dedicarte minutos, horas o lo que el cuerpo aguante. Eres la Fe andante, ya lo decía Dios, movías montañas confiada, eras genial.

Lo que no me gusta es que te “descuartizaran” (bueno no tanto) para que veamos tu brazo, tu dedo… ¡Pues no es así! Teresa, (me imagino lo que “te gustó”, pienso lo mismo que tú). La mejor y única reliquia grandiosa tuya es y ha sido tu FE, tan grande como tu corazón (nosotros no pasamos de un grano de mostaza… Y a veces ni eso).

Tus noches en vela por tus viajes, tus hermanas, tus conventos… Todo para las almas de este mundo. Eso es amor al hombre por Dios, eso es amar a Dios sobre todas las cosas.  

¿Recuerdas lo de la cazuela de arroz para los pobres? ¡Me desarmas! Fe, fe y fe, gracias a ella todos comían, Jesús hizo lo mismo en Tel Hadar… Él, porque era Dios y tú, a través de Él. 

También escribías, yo no sé si bien o mal, lo importante era que lo hacías para el espíritu necesitado de Dios, entre ellos el mío ¡Pero hija del alma, no hay quien te entienda! (lo intento ¿eh?, lo intento).

Bien, amada Teresa, amada Ávila, por tu existencia. Desde arriba intercede por los que aquí quedaron sin ti y aunque no lleve hábito como tú, deseo (pídeselo a Dios que estás envuelta por Él), que aumente nuestra Fe para mover aunque sea un puñadin pequeñajo de arena.

En estos tiempos es tan importante… ¡Mira como se abandona Siria!, ¡mira como persiguen y decapitan cristianos! Si entre todos la fe hubiera sido una única Fe (“Yo soy el camino, la verdad y la Vida”), esto no habría pasado… Porque la FE tendría el tamaño del mundo. 

Gracias Jesús por ser una de tus grandes Profesoras elegidas. Gracias Santa Teresa por decir que SÍ.

         

Emma Díez Lobo

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