Hablo de la maldad a
nuestro lado, de la cotidiana, del dolor provocado a sapiencia porque el “ser” ajeno,
poco o nada importa. Hablo de:
Aquél que elimina la
vida de un nonato porque dice que “es de
su propiedad”.
Aquél que critica
provocando rechazo o un juicio gratis…
Aquél que miente o
tergiversa la verdad por resentimiento o cobardía.
Aquél que roba el amor
de otro.
Aquél que “te hace caer”
para llegar antes que nadie.
Aquél que por lucrarse
crea adictos hasta morir.
Aquél que explota a un
“hermano” por avaricia.
Aquél que insulta un
alma.
Aquél que maltrata a un
animal por placer…
Aquél que desprecia la
naturaleza.
Aquél que no respeta la
libertad de culto.
Aquél que ensalza la
lujuria.
Aquél que jamás dirá:
“Lo siento, perdona”.
Aquél que hace fortuna
empobreciendo a su pueblo…
En definitiva, aquél
que elimina a Dios de su vida porque simplemente le molesta…
Yo no soy el espíritu
de la perfección ni de cerca, pero siempre estoy perdonada: Confieso, Me
Arrepiento y Comulgo a Dios para ayudarme y ayudar a Dios en ti.
Emma Díez Lobo
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