Como al joven rico, te has acercado,
me has mirado a los ojos y me has
dicho:
«Anda, vende todo lo que tengas y
sígueme».
En estos momentos mi deseo más
profundo
es decirte, como María, que se haga
tu voluntad.
Señor, mi primera respuesta es
marchar hacia el ideal.
Pero sé que de ahí a la realidad hay
un trecho.
Ayúdame a caminar sin mirar atrás.
Yo sé, Señor, que mi fuerza eres tú.
Que contigo de compañero en el
camino todo es posible.
Hasta el camino se hace más fácil y
llevadero.
Padre, acoge mi vida,
transfórmala según tu proyecto,
según tu voluntad,
quiero ser como arcilla en tus
manos.
Moldéame, como barro en manos del
alfarero.
Haz de mí, Señor, una persona
entregada, generosa, amigable;
una persona alegre, que transmita
alegría;
una persona disponible, sincera,
abierta.
Señor, pongo mi corazón en tus
manos, porque sé que solo así
mi propósito por cambiar de vida
tendrá éxito.
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