Es decir, no soy de los
que entran directos por “la puerta grande”
y sabéis ¿por qué? Porque Dios te lo va diciendo a lo largo de tu vida.
Ellos son personas escogidas
por Dios. Cuando lo pienso detenidamente, veo que no tengo tanta culpa de no estar
entre ellos. Han hablado con Dios o con la Virgen como Santa Gema, Bernardet, San
Pablo y otros muchos (pero muy pocos).
Yo no, yo me encuentro
entre los llamados y ¡Ya me puedo dar con un canto en los dientes!
¿Qué si soy menos que
ellos? No lo sé. Sé que nacieron porque Dios les necesitaba para el mundo. Yo
soy una simple alumna… Afortunada sí (aunque pueda suspender).
¡Claro que ellos lo tienen
más fácil! Pero apenas vivieron este mundo aparte de pasarlo fatal. Nosotros en
cambio, pertenecemos al club de los “Creced y multiplicaos” o al grupo de los dedicados
a Dios en el hombre, pero a cambio amigos, el demonio lo pasa “bomba” tocando su
flauta (Amelín se queda corto).
¿Tendremos menos suerte
que ellos? No salimos con moratones de una noche infernal en la habitación, no
nos salen llagas dolorosas… Pero ¡Ay Dios! nos jugamos el cielo una y otra
vez… ¡Ufff qué dilema!
¿Dilema? Dios vino por los
que “nos encanta la música de Amelín”. (“sólo necesitan médico los enfermos”) y aunque el cielo se nos cierre cada
dos por tres, nos da las armas para abrirlo: Esto lo acuñó con su Evangelio y
su Cruz.
Sé que NO seremos los
elegidos a dedo, pero sí los más importantes, los que vino a buscar para que no
se perdieran.
Dios,
¡Ya no tengo envidia!, pero no me dejes nunca. Ya, ya sé que la “Puerta”
siempre estará entreabierta esperándome.
¡Pues a ver si la abro
del todo de una vez y me dejo de pamplinas y músicas de “flauta”!
Ya nos vale…
Emma Díez Lobo
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