Detrás de mí, viene el que es más fuerte que yo, dice Juan Bautista, a sus oyentes. Es una exhortación siempre actual dado de que "el culto a la persona" está arraigado en nosotros. Los discípulos de Juan estaban tan embelesados con él que, por más que este negara repetidamente sus pretensiones mesiánicas, no daban su brazo a torcer. Con su rechazo frontal a tamaña veleidad, Juan Bautista, se nos muestra profundamente honesto. Honesto con sus discípulos que enfervorizados le idolatraban atribuyéndole el título mesiánico y también consigo mismo, en su misión de buen pastor, impidiendo que las ovejas que Dios le había confiado, se desviasen por el camino de la mentira, madre de toda infidelidad a Dios.
Este peligro de infidelidad tanto de ovejas como de pastores es crónico. Hablamos de la tentación auto idólatra por parte de los pastores y de la idolatría de sus ovejas.
P. Antonio Pavía
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