Partimos de las penalidades que tuvo que sufrir Moisés
a causa de las continuas infidelidades de Israel con Dios, en el desierto, a
pesar de tantos milagros que hizo a su favor.
Un salmista, se hizo eco de su desazón interior:
" … Moisés tuvo que sufrir a causa de ellos; le habían amargado el
alma..." (Sl 106,32-33). Dios, atento a sus angustias, máxime por sufrirlas
a causa del cumplimiento de su misión, consolaba a Moisés " hablando con
él - es decir partiéndole la Palabra - cara a cara" (Ex 33,11).
Esa deferencia
que Dios tiene con Moisés es una profecía de la que tiene Jesús con sus discípulos
de todos los tiempos, a quienes llama " mis amigos " (Jn 15,15).
Antes de hablar de la Encarnación de Jesús,
abordamos esta profecía de Jeremías que colma de esplendor la intimidad
que tuvo Dios con Moisés. Dice Dios: "... Pondré mi Ley (mi Palabra) en su
interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi
pueblo " (Jr 31,33b).
(Seguimos el miércoles).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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