Vimos anteriormente que Jesús Palabra del Padre, así
le llamaban en la Iglesia Primitiva, es la "Luz verdadera que ilumina a
todo hombre que viene a este mundo" (Jn 1,9).
Es la Luz que nos permite encontrar el Camino que
conduce a la Verdad, dejando de lado el de la mentira al que Satanás nos
induce. Jesús, Luz del Padre, se encarna en un mundo que desgraciadamente ama
más las tinieblas que la Luz (Jn 3,19). Esto que nos parece inaudito, revela el
gran poder de seducción que tiene el demonio, poder que, distorsionando nuestro
sentido común, nos impulsa a abrazar el señuelo de una vida idílica. Señuelo
tras el cual vamos, como aquellos niños fueron, tras el flautista de Hamelin.
La Buena Noticia es que Jesús con su Evangelio, sacudiendo
nuestra necedad, endereza nuestros pasos hacia Él y nos dice:
"Yo soy la Luz del mundo; el que me siga no caminará en tinieblas" (Jn
8,12).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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