Dios escogió a Israel, como propiedad personal, entre
todos los pueblos del mundo. (Dt 7,6). Israel fue infiel a Dios una y mil
veces, más aún así, Él mantuvo su elección, algo que nos parece
inaudito.
Dicho esto, nos
sorprende que un pueblo con un corazón tan voluble (Ez 16,30) fuese capaz de
proclamar y cantar, con tanta altura y belleza mística, su relación con Dios,
como por ejemplo después de cruzar ileso el Mar Rojo. Al llegar a la otra
orilla, con el aliento de Dios aún en sus entrañas, este pueblo canta
proféticamente la grandeza sin par de Jerusalén y su Templo, Morada Santa de Yahvé.
Veamos un extracto del poema:
"Conduces a tu pueblo y lo plantas en el monte de
tu heredad... Santuario obra de tus manos" (Ex 15,17). Profecía como he
dicho, acerca del Templo de Jerusalén, cuya Gloria se irradiaba sobre los que,
en él, alababan a Dios (Sl 106,47b).
La Gloria de
Dios que resplandecía en el Templo de Jerusalén brilló y brilla hoy en toda su
Plenitud a lo largo y ancho del mundo entero en... ¡¡El Calvario!!
Lo veremos el miércoles.
P. Antonio Pavía
comunidadmariammadreapostoles.com
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