En este Evangelio Jesús se compara al grano de trigo
que arrojado en la tierra da fruto. Tengamos en cuenta que hace 2000 años los
campesinos, al sembrar el trigo en sus campos, ayudaban con el pie a que la
semilla se introdujese en la tierra, es decir la pisoteaban.
La comparación
de Jesús es desgarradora; es una alusión a su vida despreciada como estaba
profetizado. (Is 49,7). Desprecio que alcanza también a sus discípulos. Sin
embargo, esta profecía es un canto de victoria porque más allá del rechazo del
mundo, Jesús se sabe sostenido por la Fuerza y la Gloria del Padre en cuyas
manos está, como nos dice Pedro (1 Pe 2,23).
Jesús no nos
llama a una vida inhumana, menos aún estéril. Nos enseña por medio de su
Evangelio a participar de su victoria. Nos impulsa a descubrir en sus palabras,
las mismas manos que le sostuvieron a Él: "Mis ovejas escuchan mi voz (mi
Evangelio) …. y nadie las podrá arrebatar de mi mano...ni de la mano de mi
Padre " (Jn 10,27-29).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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