JUNTO A TÍ, SEÑOR
Oímos el grito jubiloso que nos brinda San Juan en el Apocalipsis; grito
que anuncia la victoria de los que escogieron la Vida, y esta le salió al
encuentro al dejar este mundo:" Bienaventurados los que mueren en el
Señor... porque sus obras los acompañan" (Ap 14,13).
Si, las obras que, guiados por su
Buen Pastor, hicieron, en favor de los hombres, en su paso por el mundo, los
acompañan; forman un cortejo triunfal hacia "su lugar junto a Dios "
De esto habla la celebración de hoy.
Nos acercamos a Moisés. Es tan bella y fuerte su experiencia de Dios, por
lo que hizo en su favor y el de Israel, que, en un arrebato de intimidad, y
conmocionado por el Fuego prendido en su alma por Él, le súplica: ¡Déjame ver
tu Gloria, tú Rostro Radiante! Dios le responde que no puede ver su Rostro,
pero si sus espaldas (Ex 33,18-23).
Nos preguntamos el porqué de esta
respuesta, y vamos a aclararla. La primera experiencia que tiene un buscador de
Dios, es que ha sido Misericordioso con él. Poco a poco, sobrecogido, percibe
que Jesús echó sobre sus espaldas todos sus pecados, por grandes que fueran.
Estaban escritos en la Cruz que cargó hacia el Calvario, cancelando así las
deudas de nuestras culpas, como dice San Pablo, (Col 2,14...).
Veamos ahora, esto que dijo Jesús a
sus Discípulos - de todos los tiempos - en la Última Cena. "Voy a
prepararnos un lugar junto a mí, pues quiero que donde esté yo - voy hacia mi
Padre - estéis también vosotros". (Jn 14,2-4). Quiero que estéis
conmigo, "junto a mi " esto es lo primero que dice Jesús al llamarnos
para ser sus Discípulos, lo hizo con los primeros:
"Escogió doce para que
estuvieran con Él" (Mc 3,14). Si, junto a Él mientras vivimos en el mundo,
y junto a Él, cuando lo dejamos, como San Esteban, que proclamó al morir:
"Señor Jesús, recibe mi espíritu" (Hch 7,59-60).
P. Antonio Pavía
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