miércoles, 17 de diciembre de 2025

Partiendo la Palabra Mis Palabras son Espíritu y Vida Sl 45 (XXIX)

 

  Terminamos el texto anterior diciendo que hemos de escuchar y orar con la Palabra, como si en ese espacio de tiempo no existiesen en el mundo más que el Señor Jesús y tú. Nos miramos en María de Betania (Lc 10,38-42).

 Jesús está de paso por Betania y decide visitar a las hermanas de su amigo Lázaro, Marta y María, atentos a la reacción de cada una de ellas. Marta considera prioritario hacer primero las cosas de la casa. No se detiene a pensar que no se acaba el mundo si ese día que el Señor ha ido a visitarlas, se come más tarde, la ropa para lavar se deja para el día siguiente...etc. En definitiva; le falta discernimiento para ordenar su jerarquía de valores, no sabe priorizar las cosas de Dios por encima de las suyas. Marta es una mujer buena, pero aún no es capaz de valorar, que Jesús es la Presencia de Dios en su casa.

 Sabemos que a su muerte fue canonizada...pero a estas alturas aún "es más de la tierra que del Cielo".

 Los Discípulos de Jesús vivimos, con los pies en el suelo, pero con la cabeza en el Cielo.

En el próximo texto veremos a María su hermana.

 

P. Antonio Pavía 

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martes, 16 de diciembre de 2025

Un corazón contrito y agradecido

 




Un corazón contrito y agradecido es la base fundamental del cristiano en relación con Dios.

Dice nuestro sabio refranero que es de bien nacidos ser agradecidos. Y es que el agradecimiento tiene que ser un sentimiento connatural al ser humano. Cómo no voy a agradecerle diariamente el haber muerto por mi salvación. ¿Quién da más?

Agradecido por haberme dado mi familia, esas personas que siempre están ahí a mi lado, en silencio, deseosas de que no tropiece, pero si tropiezo y caigo me tienden la mano desinteresadamente. Otro tanto tendré que decir del selecto grupo de personas al que considero mis amigos incondicionales; también ahí están siempre, en las buenas y en las malas.

Agradecido por el día de hoy, por haberme dado otra oportunidad de vida cuando he despertado esta mañana. Oportunidad para corregir los yerros pasados. Oportunidad de dar un beso, físico o metafórico, a esas personas que quiero y me quieren.

Agradecido por el aire que respiro, por la luz  y calor del sol, por el canto de los pájaros y el aroma de la flor, por el agua y la brisa, por el diario alimento…

Y si le tengo tanto agradecimiento, más motivos aún para pedirle perdón. Porque también diariamente le fallo y, claro, eso no debería de pasar; pero pasa por la fragilidad del barro del que estamos hechos. Diariamente le fallo y diariamente me tiende la mano y me perdona, incluso antes de que se lo pida. Esto trae a mi mente la imagen de un niño caído en tierra y la mano extendida de su padre para que se agarre a ella a fin de ayudarle a volver a levantarse. Esta estampa por ser recurrente engendra el temor de que mi vida se vuelva rutinaria y si el caer se convierte en vida, me produce un grave problema: ese tándem agradecimiento-perdón se desvirtúa y se desequilibra porque el platillo del agradecimiento pierde peso forzosamente y también para esto nos aconseja el sabio refranero popular: El mal agradecido olvida la mano que le ayudó. Si olvido, no agradezco. Ergo temo perder la sensibilidad de agradecer porque de desagradecidos está en infierno lleno.

Esta argumentación y juego con el refranero castellano ha derivado y concluido indebidamente en el temor, ya que éste no debería ser la causa de nuestro comportamiento, sino el amor. Si a cualquiera nos agrada más un trato con y por amor que por temor, cuánto más a Dios. En consecuencia, nuestra contrición será causada por haber ofendido a aquel que tanto amamos y nos ama.

 

= Pedro José Martínez Caparrós =

 

 

 

lunes, 15 de diciembre de 2025

Partiendo la Palabra Mis Palabras son Espíritu y Vida Sl 45 (XXVIII)

 


  Vimos en el texto anterior la exhortación que hizo el Salmista a todo buscador de Dios: "Escucha hija, mira, inclina el oído. “Esta es la actitud que facilita nuestro Encuentro con Dios.

 Hemos de escucharle con los oídos del alma, como decía San Agustín. Leer y estudiar la Biblia en plan académico está bien, pero es insuficiente para encontrar "al Dios vivo" entre sus páginas. La Vida que rebosa en la Palabra, tiene su hábitat natural en nuestra alma, que, al llenarse de la Vida propia de la Palabra de Dios, se encuentra a sí misma y en su fecundidad, engendra el Discipulado. Es entonces cuando se cumple en nosotros la Bellísima Noticia que nos anuncia San Pablo: "El que está en Jesucristo, es una nueva creación " (2 Co 5,17).

 Dicho esto, puntualizamos que cuando ores con la Palabra de Dios, por ejemplo, con un Salmo, hazlo como si en ese espacio de tiempo no existiese nadie más que el Señor Jesús y tú. Él es el único Maestro que te puede enseñar a " partir la Palabra".

 

P. Antonio Pavía

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viernes, 12 de diciembre de 2025

Partiendo la Palabra Mis Palabras son Espíritu y Vida III Dm. Adviento (Mt11,2-11 Crisis de San Juan Bautista

 


  A causa de su testimonio de la verdad, Juan Bautista fue encarcelado por Herodes. Al principio sobrelleva bien su vida en prisión, pensando que Jesús hará un milagro y lo sacará de allí. Sin embargo, corren los días   y Jesús, aparentemente pasa de él. Entonces y a pesar de que oyó el testimonio del Padre proclamando que Jesús era su Hijo Amado...es tan grande su desolación, que duda de que Jesús sea el Mesías Prometido y Esperado.

 Las dudas y desconciertos de este hombre, a pesar de lo que ha visto y oído, señalan el paso de la fe interesada, infantil, a la fe adulta, creadora del Discipulado. La fe que emerge en el vaivén de las pruebas.

El autor del libro de la Sabiduría, nos habla del crisol donde se forja la fe que nos hace dignos de Dios: "...Dios los sometió a prueba y los halló dignos de Él, como oro en el crisol los probó y como holocausto los aceptó" (Sab 3,5).

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 10 de diciembre de 2025

Partiendo la Palabra Mis Palabras son Espíritu y Vida (Sl 45) {XXVI}

 


  A continuación, el Salmista hace presente a una mujer que representa a todo aquel que busca a Dios porque ha entendido que, aunque tuviese el mundo a sus pies, sería poco para acallar los deseos de su alma que tiende a engarzarse a Dios y por eso hace suyas las palabras del salmista: "solo en Dios descansa mi alma" (Sl 62,2).

 Posiblemente San Agustín, que se entregó durante años a dar prioridad a sus sentidos y a los bienes de este mundo, al buscar y encontrar a Dios que identificó con el deseo imperioso del salmista y nos lo transmitió en estos términos: "Nos hiciste Señor para ti, y nuestra alma solo descansará cuando esté en ti".

 A lo largo de la historia, todos buscaron a Dios y se pueden identificar con la mujer del Salmo 45 a la que así Interpela el Espíritu Santo "Escucha hija, mira y pon atento el oído...el rey se prendará de tu Belleza (Sl 45,11-12).

 

P. Antonio Pavía 

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viernes, 5 de diciembre de 2025

Partiendo la Palabra Dm II Adv. (Mt 3,1-12) Ante ti Señor

 

 Preparad el camino al Señor, exhorta fogosamente Juan Bautista a la multitud congregada. Al ver entre los oyentes, a un grupo de escribas y fariseos les llama a convertirse en términos más que atrevidos: les llama raza de víboras. Posiblemente tiene presente al Salmista que a los que vivían de apariencias, les comparó con las víboras que arrastran su vida con el veneno en sus labios (Sl 140,4).

 Efectivamente, como víboras venenosas, se apostaron unos escribas y fariseos, junto a Jesús Crucificado soltándole toda clase de injurias y desprecios (Mc 15,29-32...).

 Junto a Jesús Crucificado había también cuatro personas, de pie. María de Nazaret, María de Cleofás, María Magdalena y el Discípulo Amado. Repito, estaban de pie. El verbo que utilizó Juan para decir que estaban de pie, es el que se usa cuando, por ejemplo, una guardia real, recibe al presidente de un país extranjero; están homenajeando con gallardía a este visitante ilustre. Los cuatro que estaban junto al Crucificado (Jn 19,25-27) estaban con su cuerpo erguido, dando culto al "Rey de Reyes y Señor de Señores" (Jn 17,14).

 P. Antonio Pavía 

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miércoles, 3 de diciembre de 2025

Partiendo la Palabra Sl 45 (XXVI) Mis Palabras son Espíritu y Vida (Jn 6,63)

 


 Israel da culto a Dios con gran esplendor, y le reza sobre todo con los Salmos. Sin embargo, la mayoría se estanca en la tibieza porque rezan, pero no abren el oído para escuchar a Dios con disposición obediencial. Es como si no confiarán en las palabras que recitan, a veces incluso con lágrimas.

Al salir del Templo dejan de lado los rezos recitados con sus labios, no con su corazón. A Dios le duele el formalismo de su pueblo a quien exhorta una y otra vez en términos como este: "Ay, si mi pueblo me escuchase..." (Sl 81,11-13).

 De nada sirvió el lamento de Dios que entregó a Israel a la cautividad en Babilonia, no para castigarle sino para tomase conciencia del deterioro de su corazón. Al final y para que el hombre no llegue a ser una marioneta en manos del Tentador, enviará a su Hijo para que nos abra a todos los oídos y nos enseñe a escuchar y rezar como discípulos. (Is 50,4-5...) Solo así, Dios con su Palabra crea en nuestras entrañas la Fidelidad.

 

P. Antonio Pavía

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