sábado, 11 de mayo de 2013

MAYO, MES DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA


 

Madre de la Iglesia

 María en el Misterio de Cristo y de la Iglesia. Entre estos dos polos estudia el Vaticano II a María. Cristo y la Iglesia. Ahí está todo el ser y actuar de María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia. Esto explica su maternidad divina con respecto a Jesús y su ternura maternal con respecto a la Iglesia.

Y desde ahí se justifica el culto a María en la Iglesia desde sus comienzos y exhorta a sus hijos a venerarla (Vaticano II).

No se hace de María un estudio autónomo, sino desde Cristo y la Iglesia, dejando abierto al estudio de los teólogos las cuestiones disputadas. Pero bien indicados estos dos caminos o pilares: Cristo y la Iglesia. Por ahí corre segura la verdadera devoción a la Virgen, «Por eso la Iglesia adora con filial afecto de piedad como a Madre amantísima» (Vaticano II, Pág. 103, BAC).

 
Madre de misericordia

 Amor a los pobres, a los miserables, a los pecadores (que somos todos), a los enfermos, a los cautivos, a los pequeños de este mundo. Ella que experimentó como nadie la misericordia de Dios como canta en el Magníficat. Extiende ahora su misericordia desde el cielo a todos sus hijos necesitados, que somos todos los hombres, especialmente sus devotos. «Refugio de pecadores» la llama con frecuencia la Iglesia. Y la piedad popular en las letanías del Rosario.

«La Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora y Medianera» (Vaticano II, Pág. 111. BAC). Ternura maternal de María.

 
Mujer Nueva

Nueva Eva, madre de todos los creyentes. Jesús es el nuevo Adán, Padre de toda la humanidad. El Redentor. María la mujer nueva, cuya descendencia: Cristo, aplasta la cabeza del mal.

Esperanza de la humanidad. Aurora de un tiempo nuevo.

Nueva por el Espíritu, por su fe, por su amor, por su ternura de Madre.

«Nueva creatura» (Vaticano II).

La primera cristiana. Hoy que se habla de poner en su sitio a la mujer, los cristianos deben mirar a María, la excelsa Madre de Dios (Vaticano II).
 

Estrella de la Nueva Evangelización

 El Papa Benedicto XVI así la llama y a ella encomienda esta tarea en toda la Iglesia. Reina de los Apóstoles de la primera y todas las evangelizaciones.

La primera misionera que lleva a santa Isabel la Buena Noticia y el niño salta de gozo en el vientre de su madre.

María es la aurora que anuncia y precede el sol que es Jesús, la Buena Nueva. Hoy que se pide una Nueva Evangelización, nadie puede evangelizar sin este afecto maternal de María nos recuerda el Concilio Vaticano II en Lumen Gentium, Pág. 113).

Estrella y luz y patrona de la Nueva Evangelización.

 Virgen de la Vocación

Algunos veneran a María bajo esta advocación.

Tuya es, María, la vocación más excelsa de todas: ser Madre de Dios.

Hoy te invocamos como Virgen de la Vocación, que ayudas a descubrirla y seguirla, cuidarla y realizarla.

Dios te tuvo en su mente, en el Verbo, antes y al crear las cosas y, muy especialmente, al redimir al hombre caído como estirpe de la mujer y madre de su Hijo, el Salvador.

Vocación florida en la vara de Jessé y san José. Más noble que la de Isaías y Samuel. Gloria de Israel y e Hija de Sión.

Tú cuidas con san José la vocación de los religiosos, de nuestros seminaristas al sacerdocio, como la de Jesús y a todos, su vocación cristiana en la Iglesia.

Madre de la Iglesia, protege a nuestros sacerdotes, a nuestros religiosos y seminaristas que se preparan para el sacerdocio.

 
(Marcos Martínez de Vadillo)

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