martes, 4 de febrero de 2014

“Me fui”



¡Hola Dios!!!... Ya te sigo, ya… Pero espera un poquico, déjame estar unas horas con mi familia, ¡Mírales, están llorando delante de mí y me dan tanta pena!
- Bueno, pero sólo unas 72 horas ¿Vale?, después vendré a por ti.
Y pasaron las horas ¡Cuánto me costaba despegarme de los míos! Aunque la verdad es que no me hicieron el más puñetero caso, como si ya no fuera nada en absoluto sino un ser querido en un cajón precioso de madera… ¡Manda higos Dios! Y yo, dale que te pego diciendo ¡Estoy aquí- iiiiiiiiiii! (como la niña de poltergeist) Pues que si quieres arroz Catalina, ninguno se daba cuenta de nada.
Y en aquello de “que estoy y de que no me veis”, llegó Dios…
- ¿Ya te has despedido?
- Bueno, ya me hubiera gustado, ni siquiera se enteraron de que andaba entre ellos…
- No te preocupes, cuando me escuchen Hablar en la iglesia o cuando lean El Evangelio en su casa -todos lo tienen- sabrán que estabas allí… No es un problema, mujer, pero ahora ven conmigo…
Si, ya voy… ¡Cuánta luz, Padre!
- Si, hija, esto es único, pero tienes que ver algo antes de llegar al paraíso…
-¿Es que este sitio no es el paraíso?
- Pues no hija ¡Ni parecido! El paraíso lo verás en su momento…  Ahora te pasaré tu vida como en “cinemascope” y verás en que fallaste con los demás, es necesario que lo veas para seguir camino hacia el Edén…
-¡Uy Padre!, tengo manchones de tomate y grasa de pollo hasta en el carnet del alma y ¡Porque no me has mirado bien! Pero… Un hollín en las narices que parece que me ha crecido bigote… 
- Es verdad ¡qué desastre! Pero hay un lugar dónde te podrás lavar y quedarás como los chorros del oro.
- ¿Con qué jabón me quitaré tanta guarrería pegada, Dios?
- Es de la marca “Oración” de las que aquí llegan desde la tierra…
-¡Ahí va! Y si no rezan por mí…
- ¡Qué terca eres, hija! Hay millones de oraciones y misas por los que están en “la lavadora”; tu familia también reza… Tienes esa genial suerte.
- Pues vale, porque yo no quiero ir así de fachosa al paraíso…
- Ni soñando… Además, te daría tanta vergüenza que no darías ni un paso. El “blanco” es impoluto, ya verás los “trajes” que os pondréis, son tan luminosos, tan gloriosos…
- Acepto Padre, aquí me quedo hasta volver a verte… ¡Mira que tuviste misericordia conmigo! Y yo en la inopia, pero sé que Tú sabes que yo siempre lo intentaba y… ¡Ni flores! Otra vez a meter la pata, cosas terrestres Dios… Lo importante es que me perdonabas siempre y siempre volvía con más manchas que un dálmata…   
- Pues ¡Hala! a pasar la última prueba de “lavado” que te espero, te esperan, “¡te               queremos Emma!!!” - como en las terapias americanas-.
- ¡A la “orden” Padre y hasta luego! Que no se te olvide decir a María, que no deje de visitarme que la necesito como a mi madre la del mundo…
- Irá hija, está deseando estar contigo…
Y en la tierra rezaban y rezaban por los que nos teníamos que “centrifugar”. Ya decía yo que las misas por los que se iban eran tan importantes…
¡Qué suerte! Aún no me he ido… Llenaré mi agenda de misas y por otro lado, mientras menos “lamparones” menos centrifugados… ¡A ver si soy capaz! 


Emma Díez Lobo

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