miércoles, 8 de abril de 2015

Me he vuelto loco




¡May Day, May Day, Dios!!! Me he vuelto loco…

Así de extraño se vuelve el hombre cuando se aparta del Altísimo.

 ¡Qué gran oquedad deja en el alma!... Un alma que su ser no sentía y mucho menos su eternidad. Pero ellos, los otros hijos de Dios sentados en sus asientos a 32.000 pies de la tierra… sí la sentían.

No os preocupéis por ellos, en verdad han sido arrastrados contra su voluntad, pero no tienen nada que temer. Dios les evitó el dolor y fueron recogidos por Él en el impacto, como recogió a su Hijo predilecto hace 2015 años. No os preocupéis.

Tampoco temáis, están cubiertos del mayor consuelo que no conocemos. Alumnos de Dios, padres y madres de Dios, abuelos, políticos, profesionales del conocimiento de Dios: Los inocentes… No temáis por ellos.

Pensad que las montañas las puso la naturaleza del Creador -territorio de Dios- y el espacio en que el piloto elegiría para que vuestros amados volaran hacia Él.  

Sólo Dios sabe si el piloto ha “sobrevivido”. No olvidemos su infinito perdón en el último segundo… “¡May Day, May Day, Dios!!! Me he vuelto loco”.

Oremos por sus almas y consigamos la paz con la fuerza de la fe, pues cada  lágrima y corazón roto, es una perla y un Santuario de Dios. Él sufre tanto como tú y más que tú.

Dios no nos falla, pero te falta cuando te apoyas en el hombre y, en esas montañas de muerte ¡Vive Dios!, que su rostro es el de un Dios sufriente recogiendo a manos llenas, ilusiones y años por vivir en este mundo...

Él les dará más amor del que ellos puedan suponer, no os preocupéis, no temáis. Rezad y dadle  gracias por haber nacido aquel día en Nazaret para protegernos del terror del hombre.      


Emma D. Lobo      

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