martes, 16 de febrero de 2016

Sentid los 40 días



                                                                                     
 A ver como explico yo esto de la Cuaresma, para ser vivida desde el principio y no desde el Domingo de Ramos, que es cuando se termina ¡Nosotros al revés, como siempre!

Ya sé que la vida diaria nos tapa esta realidad, pero hagamos el esfuerzo para “nacer de nuevo” y entender.

El desierto eres tú, a veces sin esperanza, sin ánimo, tal vez te sientas solo, con problemas que nunca se arreglan y lo peor, las tentaciones ¡Pufff, aunque sea para criticar!!!  

Pues bien, en estas circunstancias tan normalitas de nuestra vida, recordemos ¡Qué ya sé que se olvida, jope!, a Jesús en el desierto. Imaginadle caminando en soledad y piensa que te piensa…   

El sonido de las dunas, el sol, el frío nocturno, el llanto, el hambre, los cardos…

 Y más solo que la una, como tú y yo a veces. Hasta que aparece el bicharraco más gordo que hay sobre la tierra. Camuflado y al acecho, a nosotros nos pilla siempre, a Jesús se le puso al lado.

Era, es el momento ideal… La flojera, la soledad, el tormento, las dudas. ¡Estaba el pobre hecho una pena!, como a veces nosotros, aunque rodeados de muebles, calles y comida. 
    
Pues para eso, los 40 días, para que te llenes de su fuerza como Él la tuvo y, no decaer ante la tentación (mentir por ejemplo).

¡Chicos, son 40 días! Un poco más que las vacaciones de verano ¡Qué no es tanto! Y vivamos la genialidad de sentirnos tan fuertes como Él -la prueba del “cambio”-. 

Ya sabéis, desierto de Jesús en la cabeza, sufrir en silencio (sólo con Dios), aguantarnos de chorradas inútiles (Jesús no tenía nada) y a las tentadas, SABIDURÍA, que creemos que nuestros actos no van a ningún lado y mira si van… ¡Van a tu cesto, ese que tienes que enseñar! Así quéeeee…

A Comulgar a lo loco, a ser caritativo, a ayunar de vicios y a redimirnos ¿OK? 

Intentémoslo y si podemos ser su ejemplo, llegaremos listos a su Calvario, que por cierto, es el nuestro pero a lo bestia, y sepamos qué quiso Jesús de nosotros en ese Mes y 10 días.              


Emma Díez Lobo

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