viernes, 12 de febrero de 2016

¿Tanto en mi mente? No es posible

                                                 
 Fumando un cigarrillo, pensaba ¿Cómo me puedo acordar de tantas Palabras de tantos Salmos; de Profetas que decían; de las páginas escritas por Pablo; de pasajes de Cristo; de estampas con sus oraciones para cada caso; de millones de Palabras en el Antiguo y Nuevo Testamento…? Era demasiado para mí.

Doblo esquinas de hojas importantes, subrayo, escribo y apunto, pero al final me acuerdo de poco, reviso casi nada y… Siempre me parece nuevo. Me da una rabia tremenda. 
  
Alguien me dijo que no me agobiara, pero lo hago. Un sentimiento de culpa me inunda y me refugio en el Padrenuestro, en el Ave María y Gloria. Pero no es así, es demasiado cómodo. 
  
Orar es fácil, orar mucho es difícil y orar bien, ni os cuento. Aquí estaba la solución. Nosotros que somos “masa”, gente de calle, trabajo y familia, que no Consagrados ni esposas de Cristo, que no nos pasamos el día con los Laudes, los rezos eternos, las nonas, las matutinas, las vespertinas, las nocturninas… ¡Jopé, son interminables!, deberíamos tener alguna ventajilla por algún lado, porque Dios sabe que nosotros hacemos “el  mundo”.

Y sí, la tenemos: Orando con el corazón y Comulgando, tantos escritos, mensajes, cartas y libros sobre Dios, se convierten en una sola palabra de tres letras: AMA y si lo haces, todos tus actos, serán diferentes.

Es el honor sencillo que Dios da a las masas que Le siguen y que nos volvemos locos sin saber por dónde empezar.

Ese “AMA”, sí cabe en mi mente y sigo haciendo mundo y vida (sin vespertinas ni matutinas, ni… ¡Ufff que lío!).   

    Emma Díez Lobo


  

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