domingo, 28 de octubre de 2018

No te preocupes si estás “pocho”



                                      
Resulta que después de leer a varios Santos, me percato de que no hay uno sano… Será una exageración pero hasta ahora, todos pochos. Al principio de sus vidas, como que normales -algunos- pero después, cuando entran en los conventos y empiezan a hacer “vida de Santos”...  ¡Tate!, la salud por los suelos y un desastre de dolores.   

Y no es que sea una regla volverse “pocho”, pero casi casi. Lo cual me dice algo importantísimo: Que la enfermedad y la santidad están muy cerca si sabemos llevarla como ellos. La verdad es que no se preocupaban de sus males aún estuvieran muriendo.     
  
Hombres y mujeres de “otro mundo”, con un aguante espectacular y que se pasaban las noches hablando con Dios -pero de otras cosas-… Un perfecto ejemplo para nosotros, que aunque sí seamos de este mundo y no “olamos a flores” cuando nos vayamos… Sí podríamos intentar imitarles un poco. 
  
O sea, que si nos vemos hechos una pena y lo sabemos llevar con humildad y tranquilitos, Dios no nos deja en paz. Pues genial, ya sabía yo que ese sentir tenía premio. No seremos Santos porque es como imposible, pero nos tiene en cuenta más que a nadie.  

Es que, ser Santo conlleva mucho sacrificio, sonrisa -aunque te duela todo- y un montón de cosas que en verdad no somos capaces de comprender. Y eso que no tenían ni “Ibuprofenos” ni “Paracetamoles” ni nada…  

Lo dicho, cuando estemos “súper pochos”, confiemos, todo saldrá bien a la manera de Dios.  

La sonrisa de los Santos es una prueba de “salud” en la enfermedad. Tú también puedes sonreír.  
  
    Emma Díez Lobo


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