Recordemos a la mujer que, yendo hacia Jesús, atrajo la Fuerza de su
Espíritu al tocar su manto y quedó curada. Jesús reaccionó y, atentos, porque
lo que dice es Vida Eterna para todos los que le buscan. Jesús al
sentir la Fuerza que había emanado de Él preguntó ¿Quién me ha tocado?
Vaya pregunta, le dicen sus discípulos. Están todos apretándote
como como si fueses un muñeco de feria y ¿preguntas quién te ha
tocado? Jesús, insiste; recorre a todos con su mirada hasta dar con los ojos de
la mujer. ¡Con que ternura la miraría! Imposible evaluar el cariño con el que
el Buen Pastor amó a esta oveja, un qué abriéndose paso entre el remolino de
curiosos, había llegado hasta Él, buscando la Vida que no tenía, y cuya
carencia se manifestaba con su pérdida continúa de sangre.
Está y solamente está es la acogida amorosa que Jesús hace a todos los que
le buscan. son hombres y mujeres que saben que sin Él...se les escapa la Vida
del alma. Y quien no tiene Vida en su alma es un muerto que no sabe de dónde
viene ni a donde va. Se mueve solo por impulsos cada vez más inconsistentes.
Todo aquel que aspira a la Vida Eterna y que al menos intuye que Dios se la
puede dar, ya está muy cerca de dar con El: Jesús dice a esta mujer: Hija, ¡tú
fe te ha salvado! (Mc 5,34).
Leamos bien, Jesús no dice, te ha
curado, sino, te ha salvado. Salvación que nos viene como resultado de buscar a
Dios, contra viento y marea.
Dos mil años de experiencia nos confirman que todo aquel que busca a Dios
abrazándose al Evangelio como "Ancla de Salvación" le encuentra.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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