Los discípulos de Jesús, vuelven con su barca a la orilla; no han pescado
nada. Jesús les dice: Remad mar adentro y echad las redes. Pedro objeta: Hemos
estado pescando toda la noche - el tiempo más propicio para pescar- sin ningún
resultado, pero apoyado en tu Palabra echaré las redes.
No encontramos con una Catequesis determinante para la fe. La objeción de
Pedro, es más que razonable. Es pescador desde niño, mientras que el oficio de
Jesús, era el de carpintero. Sin embargo, Pedro da más valor a la Palabra de
Jesús que a su razón. Actuó como María, que, ante la propuesta de Dios, aparcó
los planes que razonablemente, habían hecho José y ella y respondió: ¡Hágase en
mi según tú Palabra!
Pedro se dirigió mar adentro, echo
las redes, la pesca fue abundantísima; supo entonces que estaba ante el Hijo de
Dios. Tembloroso se postró ante El y suplicó: Apártate de mí que soy un
pecador. Tembló de miedo como Israel en la Teofanía del Sinaí. (Ex
19,16...) Jesús podría recordarle lo que había dicho Juan Bautista acerca
de Él: Que era el Enviado del Padre para "cargar con sus pecados "...
sin pasar factura (Jn 1,29).
Pedro lloró amargamente cuando le
negó por tres veces; pero lloró mucho más y está vez de gratitud y amor al
sentirse aludido cuando Jesús gritó desde la Cruz: ¡Padre, perdónales, no saben
lo que hacen! No lo saben, porque dependen de la sabiduría del mundo, con
tintes piadosos, pero cuando resucite serán revestidos de nuestra Sabiduría y
alcanzarán el Discipulado. ¡Ojalá lleguemos un día a amar a Jesús, como le amó
Pedro, el del corazón noble!
P. Antonio Pavía
Comunidadmariamadreapostoles.com
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