El Evangelio de hoy es inasumible para los que no saben escuchar a Dios.
Veamos que, Jesús antes de decir, amad a vuestros enemigos, haced el bien a
quienes os odian...etc., proclama con énfasis: "Os digo a los que me
escucháis" El que sabe escuchar la Palabra, tiene acceso a los Manantiales
de la Fuerza y Gracia de Dios para poder cumplirla. Sin estos Manantiales, la
Palabra se distorsiona como hicieron los fariseos...
Veamos que, cuando Dios proclamó a
Israel el Mandamiento que da la Vida: "Amarás al Señor tú Dios, con todo
tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas..." lo encabezó igual
que su Hijo con la misma exhortación: ¡Escucha Israel! (Dt 6,4...).
Se escucha la Palabra de Dios con el
alma y el corazón adorantes. Se recibe como Abrazo en el alma del mismo Dios,
solo entonces surge de nuestras entrañas como surgió en María, el: "
Haz en mi tu Palabra”! ¡Haz en mi tu Obra Maestra ...el Discipulado! Entonces
la Fuerza y la Gracia de Dios descienden sobre ti y te engendran como Discípulo
de Jesús. Por eso Pablo, llamo al Evangelio, la Fuerza de Dios (Rm 1,16) y dijo
que era "El Evangelio de la Gracia" (Hch 20,24).
Imperecedero fue su testimonio de la Fuerza y la Gracia del Evangelio, en
un momento en el que le sobrepasaban los sufrimientos a causa de Jesús y su
predicación; lo leemos: "...El Señor me respondió: te basta mi gracia.
...Por eso, con sumo gusto me gloriaré en mis flaquezas, para que habite en mí
la Fuerza de Jesús...me complazco en las persecuciones y angustias que sufro
por Jesús, pues cuando estoy débil es cuando soy fuerte. (2 Co 12,9-10).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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