lunes, 24 de noviembre de 2025

Partiendo la Palabra (Sl 45) XXIII "Mis Palabras son Espíritu y Vida" (Jn 6,63b)

 

  Analizamos catequéticamente   la alabanza dada por el Salmista al Mesías: "Has amado la justicia y odiado la impiedad...".  La impiedad, llamémosla también maldad, es propia de quien, desdeñando la gloria de Dios, se deja seducir por la gloria que le ofrece Satanás, sin importarle que sea un engaño sostenido por globos de fantasía, abocado a su evaporación, como el rocío mañanero. Es propio del hombre que considera que Dios es superfluo, o bien alguien a quien no hay que tener muy en cuenta.

El hombre que asentándose en el vacío se va alejando más y más de la Roca que Jesús le ofrece con su Palabra (Mt 7,24-27). La impiedad no se asienta en el corazón del hombre por casualidad, tampoco por pecados ocasionales; la impiedad se escoge pertinazmente, como nos lo hace saber el autor inspirado de este Salmo: "Este es el camino de los confiados, el destino de los hombres satisfechos, son un rebaño para el abismo, la muerte es su pastor" (Sl 49, 14-15).

 A todo hombre se nos ofrecen dos glorias:  la de Dios, que nos ajusta a Él, que es Eterna, y la que presentó Satanás a los ojos de Jesús que nos es un simple fraude sino el peor regalo envenenado existente a lo largo de la historia. (Mt 4,8-10).

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

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