Llevamos centenares de años repartiendo la Palabra de Dios y no llega…
Algo sucede en el
lenguaje, en las gentes que oyen pero no escuchan, en las aptitudes cotidianas
ante el prójimo, ante la Palabra en definitiva.
Un sacerdote me decía
el miércoles de Ceniza: Tanto hablar y
tanto repetir los Evangelios y ¡No llega, no llega…!!! Gentes piadosas y más
piadosas, sin entender la piedad; rezos y más rezos sin entender lo que dicen… Y además ¿Por qué tanto bombo con la
Misericordia? Como si lo fuéramos a descubrir ahora… Dios lo ha sido siempre ¡ES
LA BASE!
Realmente estaba enfadado
o preocupado y esto me hizo pensar… Es cierto, no llega así hayamos ido a misa
toda nuestra vida. ¿Qué ha pasado desde que Jesús se fue de la tierra?
Es triste ver cómo un ser
humano Consagrado a este fin, se siente mal ante esta fatal realidad; le
preocupan las almas, ¿hará recuento al final de su Ministerio, de las que ha
sido capaz de llevar al cielo?
¿Tal vez demasiado
misticismo en un mundo tan profano?, ¿tal vez el lenguaje de los Profetas, Pablo,
Evangelistas y sacerdotes, hay que “traducirlo” a palabras más contundentes y coloquiales?
Sí, algo terrible pasa que no se pegan como el “Super-Glue”.
Si Dios nació hombre pará
sentir a nuestro nivel (Nacimiento de Jesús); si sus directrices llenas de Sabiduría fueron
para nuestra felicidad espiritual y por tanto terrenal (Evangelio); si su dolor y angustia, que
es nuestro caminar, fue para que aceptemos la vida con sus penas (Calvario); si su Vivir de nuevo junto al
Padre es para decirnos que el cielo se nos abrió (Resurrección)…
¿A qué viene que no
llegue su mensaje? Yo sabía que éramos duros de mollera, ¿pero tanto?... Y más.
Debemos empezar por
actuar, hablar de Él, defenderle y sobre todo rezar para que esto suceda. ¿A
alguien se le ocurre algo mejor? Pues que lo diga.
Emma Díez Lobo
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