Doblo
esquinas de hojas importantes, subrayo, escribo y apunto, pero al final me
acuerdo de poco, reviso casi nada y… Siempre me parece nuevo. Me da una rabia
tremenda.
Alguien
me dijo que no me agobiara, pero lo hago. Un sentimiento de culpa me inunda y
me refugio en el Padrenuestro, en el Ave María y Gloria. Pero no es así, es
demasiado cómodo.
Orar
es fácil, orar mucho es difícil y orar bien, ni os cuento. Aquí estaba la
solución. Nosotros que somos “masa”, gente de calle, trabajo y familia, que no
Consagrados ni esposas de Cristo, que no nos pasamos el día con los Laudes, los
rezos eternos, las nonas, las matutinas, las vespertinas, las nocturninas… ¡Jopé,
son interminables!, deberíamos tener alguna ventajilla por algún lado, porque Dios
sabe que nosotros hacemos “el mundo”.
Y
sí, la tenemos: Orando con el corazón y Comulgando, tantos escritos, mensajes, cartas y libros sobre Dios, se convierten en
una sola palabra de tres letras: AMA y
si lo haces, todos tus actos, serán diferentes.
Es
el honor sencillo que Dios da a las masas que Le siguen y que nos volvemos
locos sin saber por dónde empezar.
Ese
“AMA”,
sí cabe en mi mente y sigo haciendo mundo y vida (sin vespertinas ni matutinas,
ni… ¡Ufff que lío!).
Emma Díez Lobo
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