Miles de afganos sin Dios resurgen en un País que vio la luz de la paz y el respeto. Triste devenir cuando se construye un “dios” para la guerra porque el Dios de toda la humanidad es solo Amor y nadie en su Nombre puede matar, destruir, herir...
Pero respiran
armas, comen balas y ofrecen a sus ejércitos paraísos inexistentes... Nada que
ver con un Dios que condena la maldad ¡Pobres soldados!, solo les espera un eterno
y amargo final.
Por error o
venganza, es la oscuridad que emana del inframundo la que les conduce a una
muerte segura, pues no hay quien entre en el cielo con un corazón que odia,
asesina y esclaviza. Me pregunto qué les lleva a crear tanto dolor... Cuando no
hay un Dios de Amor hay un demonio destructor.
No sé por quien
rezar si por los que huyen del terror o por los que lo propagan... Ambos
necesitan de Dios, pero son tantos que no tengo años ni oraciones para cada uno.
No solo ellos, en mi
“mundo” también se escapan de las Escrituras, que sabiendo que existen, no reparan
en sus infinitas líneas de salvación. “Si
tienes sed bebes agua... No parece que se tenga mucha sed de amor”...
Que Dios cuide de
tantos inocentes, de los hombres de buena voluntad y que las oraciones de los buenos
lleguen al cielo en súplica de conversión.
¡Afganos, creed en
un Dios de amor y entonces, solo entonces, conoceréis el paraíso!
Emma Diez Lobo
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