martes, 28 de septiembre de 2021

Los brazos del volcán

 

                                                        

 Lenguas de fuego hoy abrazan la “Isla bonita”, una de aquellas siete islas que un día se elevaron sobre el océano y hoy, llena de vida, vuelve a sacar el fuego de su esencia.  

Dios dispuso leyes al universo; no depende, pues de Dios, morir bajo cenizas ardientes sino de aquél que subestima la grandeza del poder de las montañas, volcanes, mares y tormentas...

La evolución natural de la tierra... Y no es que Dios no estuviera atento, no es que la Virgen no lo supiera, no es que los Santos no lo vieran, no, todos lo sabíamos desde el comienzo de nuestra existencia.

Y ahí están, coronando como titanes nuestros paisajes; a veces gritan, otras escupen y otras duermen, solo duermen...  

Son la evidencia manifestada en el momento preciso. No es una catástrofe de la naturaleza sino una tragedia para quienes albergan, como luces incrustadas, en su “amplio traje de baile”.   

La Palma se parece en su forma a un corazón que late por dentro, pero también lo hace por fuera pidiendo a Dios que detenga las fuerzas que la crearon.   

Pero Dios no impone el futuro, de eso se encarga el universo y el hombre, uno sigue su curso y el otro debe protegerse. Dios escucha y consuela de mil maneras.  

Después de toda lágrima, si preguntas a un palmero si ama a su isla te dirá que con toda su alma por muchos brazos ardientes que la sentencien sin piedad.  

¡Coraje, ánimo y amor del mundo para todo este pueblo!         

Emma Diez Lobo

 

  

  

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