¿Es que no escuchas
el llanto de mis hermanos? Ya veo que no, que sigues tu curso enfurecido
arrasando con todo lo que encuentras ¡Pero deja viva la casa de mi Padre, la
necesitamos para Él!
- Dios también me hizo...
Núcleo ardiente que ha de respirar... Sí, me estremecí del dolor de mis entrañas...
¿Sabes?, Él un día me sacó del agua para que me llamaran “Isla bonita”, hoy solo
me atengo a las normas de mi naturaleza creada. Pero mira cuánto orgullo haber
nacido en mi tierra.
He visto crecer
generaciones y aunque he enterrado sus recuerdos, nadie los va a perder porque
los guardo en cajas de roca infranqueable para que nadie se los lleve de aquí.
Sé que hay tristeza
pero lo más triste es no haber pensado en mi grandeza, soy volcán viviente y
Dios me dio la vida.
- Lo sé y comenzamos
a pintarte de verde con hojas grandes y frutos amarillos, de morado y nos dabas
un jugo perfecto, te hicimos isla amada... ¡Pero amigo, procura calmarte!!!
- Lo haré aunque
aún me duele dentro de mí... Os pido que os unáis todo lo que el ser humano es
capaz, que os ayudéis, pues no os imagináis cuánto amor ha de nacer de tanto dolor,
mi dolor.
Dios, Tú que un día
nos diste la Isla, no dejes que las lágrimas lleguen al mar... Aunque sé que este
“grandullón” tiene sed de agua y nueva tierra.
- “Secaré cada lágrima de aquél que me lleve en su
corazón”.
- Gracias Señor, lo
diré.
Emma Díez Lobo
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