Dice Dios:"¿En quién voy a fijarme...? En el humilde y abatido que se estremece ante mis palabras."(Is 66,2).
Fue tan fuerte la Presencia de su Amado de su alma que se estremeció por completo (T 5,4) Es este estremecimiento el que teje en quien lo siente, la túnica de la Fidelidad a Dios. Algo tan sublime surge está pregunta: ¿Qué he de hacer para que este estremecimiento alcance mis entrañas? Tengamos con la Palabra, sobre todo con el Evangelio una relación indisoluble; abracémonos pasionalmente a sus palabras que "son espíritu y vida" (Jn 6,63) de forma que lleguen a ser algo así como "las células de tu alma"
P. Antonio Pavía
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