Muy alentador el
comienzo de este Salmo: " Señor, mi corazón no es ambicioso." Su
autor inspirado por el Espíritu Santo bien sabe que cuando la ambición prende en
el corazón de un hombre, este desvía sus pasos encaminándolos hacia el dios
Dinero, apartándose así del Dios vivo. (Mt 6,24)
Figura de estos
pobres hombres que escogen su escasa vida y rechazan la Vida, es ese señor
cuyos campos dieron una cosecha excelente. (Lc 12,16...) Este pobre hombre al
que Jesús llama necio, ante tan gran cosecha podía haber pensado: He trabajado
mucho para la labrarme un futuro y lo he alcanzado. Seguiré trabajando, pero
voy a dar más tiempo en mi vida para buscar a Dios y estar con Él. Sin embargo,
le pudo su ambición que siempre va unida al poder de este mundo; movido por
ella decidió construir graneros más grandes...entrando así en la fiebre de que
nunca se tiene bastante. ¿Nos suena algo?, ¿no?
¡Pobre hombre! No
dio oídos a los deseos y reclamaciones de su alma, todo un clamor a causa de
las huellas de Dios tatuadas en ella. ¡Si el Salmista se liberó de estas
ambiciones que pisoteaban su alma con sus clamores...!
¡Animo! También
tú y yo podremos decir un día como él...Gracias Dios mío, gracias porque por tu
Hijo Jesús y su Evangelio, mi corazón ya no es ambicioso...
Seguimos el
miércoles
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles
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