Del Evangelio de este Domingo, podemos resaltar la promesa de Jesús de
participar con sus discípulos de su alegría, que lleva la marca de " las
alegrías eternas ". Son eternas porque no están condicionadas por lo bien
o mal que vayan nuestros planes o proyectos. Son unas alegrías que alcanzan una
dimensión celeste y así nos parece cuando vemos que llama a sus discípulos,
amigos, en contraposición a siervos.
Para comprender la incalculable grandeza de esta deferencia, tengamos en
cuenta que la palabra amigo en la Sagrada Escritura significa: "Mi otro
yo". Y así lo vemos, por ejemplo, cuando Jesús dice de sí mismo que
es la Luz del mundo (Jn 8,12) y confiere este mismo título-misión a sus
discípulos al decirles: "Vosotros sois la Luz del mundo" (Mt 5,14).
Por si aún nos albergan dudas, observemos lo siguiente. Una vez resucitado,
Jesús se aparece a sus discípulos en el Cenáculo y les dice: "... Como el
Padre me envió, así os envío yo a vosotros..."(Jn 20,21-23).
Salvando las distancias Jesús
establece una identidad gloriosa entre Él, el Enviado del Padre (Jn 11,429)
y sus discípulos de todos los tiempos, enviados por Él al mundo. Es por
eso que nos llama: Sus amigos ...es decir: "Mi otro Yo en el mundo".
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario