miércoles, 6 de noviembre de 2013

Bajo la tierra oscura


 


Hermanos de mi pensamiento, lloré cuando os vi ahí abajo con el grisú en vuestro rostro… Sí, sé que estabais solos, sin otra humanidad que la propia y os imaginé rezando a Dios en la oscuridad de la tierra, pero ¿Sabéis? Dios escuchaba vuestras voces, Dios bajó para agarraros de la mano y subiros a la luz, Él estaba en la mina….

No sé si vuestros equipajes rebosaban de amor, pero os aseguro que llevabais una gran cantidad de sacos de esfuerzo, de trabajo duro por vuestras familias… No os preocupéis ni un segundo, Dios está lleno de carbón como vosotros, tiene su cara oscura como la vuestra, Él estaba en la mina…

Fueron momentos terribles de claustrofobia y angustia, como Dios, igual que Dios… ¿Qué os creéis que se fue de allí?, Él no se va, él siempre está hasta en la piedra más pequeña de vuestra pala…

¡Perdóname Dios!, es todo lo que quiso oír de vuestra boca y aunque no lo dijerais, no os preocupéis, el saco de carbón, vuestro sudor, ha sido la oración para Dios porque él entiende ese lenguaje, el peso de la labor cumplida y el trabajo más tremendo del mundo. Vuestros pecados se han cubierto de grisú y hollín… No os preocupéis por nada, Dios estaba en la mina…

Si ahora os viera… ¡Qué envidia de hermanos en la luz! Estáis arriba en praderas inmensas con un amor que no existe en la tierra… El color negro por el blanco y el verde, así os quiero pensar, porque mi Dios, vuestro Padre, os ha recogido en sus moradas… Son “apartamentos” con vistas al mar del universo. Él da gratis la paz y el sosiego del alma, porque ¿sabéis? Él salió de la mina junto con vosotros para daros el mejor descanso merecido y limpiaros la cara con su mano.

 ¡Chicos lo habéis conseguido!!! Él estaba en la mina…      
Emma Díez Lobo

1 comentario:

  1. Estaba en la mina, como tantas veces, como siempre está pegado al dolor humano.
    Que bella entrada, me ha emocionado.

    ResponderEliminar