Mientras “por aquí” tenemos algo de frío,
nos quitan un trabajo, vemos anuncios de cremas para las arrugas, mientras por
aquí gana Nadal o el Real Madrid… Miles y miles de personas pasean por sus “calles”
el dolor de la muerte, el hambre y la
sed…
¡Mirad ahí, están al lado, a la derecha de
tu mapa! Tienen nuestra edad, la de nuestros jóvenes, nuestros niños y nietos…
Llevan camisetas como las nuestras, tienen manos y pies como nosotros, miradas
como las de tu hijo y llanto de bebés como lloran todos los bebés del mundo…
Yo “aquí” no puedo sufrir su sufrimiento;
lo escribo pero no lo veo, les rezo pero no están en mis brazos, no puedo
mitigar su tristeza y desesperación, lo sé, porque también sé que no hay
consuelo ni para Dios.
El hombre a veces cambia la naturaleza de
la tierra y su atmósfera con experimentos nucleares, emisión de gases…
Provocando calamidades devastadoras; y aún siendo responsable, no quiere impedir
ni retirar a la humanidad de los lugares de riesgo porque al miserable ser
humano no le preocupa el dolor de los otros… Ninguno daría un pedazo de su
territorio para protegerles y sabed que toda la humanidad cabría en un solo
país del tamaño de Texas… Sin embargo ahí están, en las costas de los
continentes más pobres viviendo una pobreza alarmante.
No somos solidarios… Tenemos fronteras,
visados y policías que no te dejan pasar… Sí, estamos acostumbrados a eso, es
el “orden de la tierra”. Nadie se mete en nuestra “casa” sin papeles a pesar de
los peligros a los que se les somete…
¿Son nuestros hermanos? Yo diría que no,
ellos dicen que no… Son gente necesitada, nada más ¡Qué pena de humanidad
pudiente! ¡Qué fácil es tan sólo rezar!
Señor dime qué hacer para mirar a mi
prójimo como a mí mismo y publicarlo en los corazones de hielo; no somos un
solo pueblo, no somos los hermanos que soñaste…
Dime Dios, son tantas las miserias y tantos los miserables… No sé qué
aportar desde mi mesa sino lágrimas de angustia como las tuyas… No tengo poder
ni alas pero sí la fe de creer en un mudo nuevo porque Tú lo dijiste, aunque
pasen miles o cientos de años. Por ahora dime, dime Dios si la oración y un
céntimo del humilde te valen más que todas las oraciones del poderoso juntas…
Emma Díez Lobo
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