sábado, 15 de septiembre de 2018

XXIV Domingo del Tiempo Ordinario





¿Quién es Jesús? Jesús es el Mesías sufriente


        El Evangelio de hoy presenta uno de los temas centrales del cristianismo: ¿Quién es Jesús?  De la respuesta depende toda la vida cristiana.

        El pueblo judío era consciente de sus debilidades, religiosas y políticas, y esperaba de diversas maneras que Dios enviara un salvador. La forma más popular concebía este salvador como un caudillo político-religioso, que instauraría un gran imperio teocrático y que solían designar como Rey-Mesías o Rey-Ungido, es decir, capacitado por Dios para esta tarea. Igual que se unge con aceite a un atleta para realice un esfuerzo, igualmente Dios ungirá con su poder a este futuro rey.

Jesús ha proclamado la inminencia del Reino de Dios y ha realizado signos especiales que le acreditan como enviado especial de Dios. ¿Quién es? La gente lo reconoce como un personaje importante, sin llegar a más, solo los discípulos lo reconocen como el Rey-Mesías esperado. Jesús manda callar, no porque no aceptara el título sino porque rechazaba el significado que sus discípulos y la gente le daban. Él no es un Mesías político religioso sino un Mesías sufriente, en la línea del prometido Siervo de Yahvé (primera lectura). Por eso anuncia su muerte y resurrección, y rechaza fuertemente la opinión de Pedro.

Es importante la continuación del relato: “Llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo”. Se trata de una enseñanza importante y quiere que todos estén atentos. Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo... La invitación sonaría extraña a sus discípulos. “¿Si alguno quiere venir en pos de mí?... Pero si ya llevamos mucho tiempo contigo” ... Es verdad, pero Jesús quiere que renueven la opción del seguimiento sabiendo que siguen a uno que triunfará mediante la muerte. Y este camino es fundamental para el discípulo.

        Jesús no se llamó a sí mismo nunca Mesías, pero se identificó y realizó en su existencia lo que significa Mesías, es decir, ungido por Dios para salvar, pero no como piensan los hombres, de forma poderosa y violenta sino como piensa Dios que es amor. Por eso el mesianismo de Jesús se realizó en la humildad del Siervo de Yahvé, que propone la salvación y da su vida por los hombres.  Paradójicamente fue Pilatos, sin saber lo que hacía, el que proclamó la verdadera realeza mesiánica de Jesús, poniendo sobre la cruz el título Jesús Nazareno Rey de los Judíos. En la cruz Jesús es el rey mesías esperado. Por eso la Iglesia primitiva lo llama Jesucristo, nombre propio que resume la confesión de fe cristiana: Jesús es el Mesías. En Jesús se identifica la persona con la misión, que son inseparables.

        Esto explica que Jesús invite a sus discípulos a compartir este modo de ser, que según los criterios humanos es hacer el necio, pero según criterios cristianos, es el verdadero camino que realiza a la persona.

        Ser cristiano es igual a ser del mesías y se es así porque en el bautismo la persona ha quedado injertada en Jesucristo, el que muere y resucita. Esto exige vivir así. Igualmente, la Iglesia es cristiana, si en su forma de actuar sigue el camino de Jesucristo, amor y servicio, hasta dar la vida.

        La celebración de la Eucaristía es central para el cristiano. En ella ejerce Jesús como Mesías y el cristiano y la Iglesia purifica y alimenta su identidad.

Dr. Antonio Rodríguez Carmona


No hay comentarios:

Publicar un comentario