lunes, 4 de febrero de 2019

El arcén, el pedrusco… La tierra


                                         


              

¡Vaya parábola interesante!

- ¡Mundo! Os envío la semilla…

- Yo sigo andando… No me interesa, yo a lo mío que es más importante.

2º- ¡Anda, qué es esto! Qué curioso, a ver que dice… Bueno, me voy que tengo cosas que hacer…

- Jopé, por más que me pongo a ello, me interrumpen y me absorben como las turbinas, a ver si otro día…

- ¡Uy, qué descubrimiento! Alguien me quiere en verdad… Con tanta adversidad a mí alrededor, parece como si naciera una esperanza que resiste todo. Lo tengo que comunicar porque es espectacular. Siento una especie de calma invisible dentro de una gran responsabilidad.  

Y todos, excepto uno, siguieron su camino. El primero, se miró el “ombligo”. El segundo, dejó pasar la oportunidad y se olvidó. Al tercero le arrastraron y perdió la batalla. El cuarto, se paró, vio, acogió e interactuó con Dios.

- Ya os dejé mi semilla, pero solo uno se interesó, la plantó y se hizo voz de mi Voz. Solo uno temió por su vida después de la vida y Me siguió…

Y así se escribe la historia de la mayoría de los hombres, viviendo “por sus huesos” sin detenerse en Dios.     

  Emma Díez Lobo   


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