viernes, 6 de septiembre de 2019

Comenzamos un nuevo curso en Lourdes




Comenzar el curso pastoral acompañando a la Hospitalidad diocesana de Ntra. Sra. de Lourdes, que ha llevado este año al Santuario francés 260 peregrinos entre estos, enfermos y voluntarios,  es comenzarlo con este convencimiento: “al mundo lo salvará la ternura”.  Los seguidores de Jesús sabemos que es la ternura de Dios Padre la que nos acompaña en la vida y la que tenemos que “copiar”. Hemos de ofrecer al mundo la ternura de Dios y disfrutar más el lado positivo de las personas y de los acontecimientos. Peregrinar a Lourdes es querer ver con los ojos de Dios las realidades del mundo y. especialmente, las limitaciones humanas que en este lugar se palpan de una manera concreta y viva. Ya os he comentado otras veces que “la enfermedad de este mundo es la miopía”. No ver al otro, no compadecer, no estar junto al otro que tiene cualquier carencia, es estar ciego. Hemos de ver con los ojos de Dios, son “las gafas de la fe”. Y contar con la ayuda de la Virgen María: ella es el atajo para llegar a Dios.

Con qué falsedad viven hoy tantos ante la enfermedad, o la discapacidad, o la ancianidad. Comprender el verdadero sentido de la vida incluye la aceptación del sufrimiento y de la limitación. “El mundo no será mejor cuando esté compuesto sólo por personas aparentemente perfectas, sino cuando crezca la solidaridad entre los seres humanos, la aceptación y el respeto mutuo”. (Papa Francisco. Jubileo de los Enfermos. Año 2016).

Al hilo de esto, os ofrezco tres reflexiones concretas:

1.- “Ser es mejor que hacer”. Dios me quiere no porque haga muchas cosas o porque le demuestre que soy valioso. Soy amado por Dios antes y más allá del tiempo y él quiere que esté siempre con él.

2.- “El corazón, en el contexto de lo que vengo diciendo, es más importante que la mente”. Lo que hace que el ser humano sea humano es poder dar y recibir amor. Esto es un don divino que nos permite confiar en Dios y, también, en nuestros padres, en nuestra familia, en nosotros mismos, en nuestro mundo.
Suele suceder que las personas con discapacidades físicas o mentales dejan fácilmente hablar al corazón y revelan así una mística inalcanzable para muchas personas intelectualmente agudas.

3.- “Hacer la cosas juntos es más importante que hacer las cosas solos”. Hemos de aprender a trabajar en equipo, en comunidad, buscando juntos y trabajando unidos. Y juntos hemos de intentar construir una sociedad en la que los más débiles tengan apoyo, justicia y soluciones. “Una sociedad que no logra  aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado interiormente, es una sociedad que no es humana”. (Benedicto XVI. Jornada Mundial de la Juventud. Año 2011).

 Agradezco a la Hospitalidad diocesana de Ntra. Sra. de Lourdes, a sus voluntarios, y a todos los que queréis construir un mundo mejor, todos vuestros trabajos.

Con mi afecto y mi bendición,
+ Ángel Pérez Pueyo
Obispo de Barbastro-Monzón



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