miércoles, 25 de noviembre de 2020

¡Vaya día!

 

                                                                       

 Te soñé mamá, apoyada tu cabeza sobre la mesa de castaño del hall, llorando, intentando escribir sobre una hoja de papel a mi padre; de fondo una canción “Reloj no marques las horas” y, quise darte un abrazo pero me desperté y las lágrimas brotaron. Llamé a mi Madre María pero no vino, llamé a Jesús pero tampoco vino, llamé a varios Santos pero ninguno vino…

Me han dejado sola con tu recuerdo, con tu amor disuelto en el ayer. Tengo una tristeza enorme a pesar del Rosario, el Padrenuestro y de abrir los Evangelios cada día… La soledad no se disipa, la tristeza tampoco, la pena me envuelve.

Soy insignificante y cometido más errores y pecados que nadie, lo sé. ¿Es por eso que no vinisteis a mí?   

No me parece justo pensar solo en la muerte como salida a la alegría. Sí, son los años que pesan, los recuerdos que ahogan y un “viaje” que se acerca para enfrentarme a Dios.      

¡Madre mía! Tiene que haber algo más que melancolía… Me pregunto, si sabiendo que esto sería un valle de lágrimas, porqué crear este mundo y solo lo entiendo si es por AMOR eterno. Decía mi padre: “Quien bien te quiere, te hará llorar”, desde luego, no fallaba ni una…        

Se me olvida que esta vida no es más que un puente a la VIDA pleno de agujeros y peligros -¡Ángel caído porqué no te quedaste calladito!-

Por algo Dios creó los lacrimales, el pelo cano y nos abrió el cielo

Todo concuerda.  

¡Vaya día que llevo!!!   

Emma Diez Lobo

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